domingo, 21 de septiembre de 2025

La distopía perfecta es el espectáculo total

 De Pablo Pereira Magnere en Quora:

Hacia Dónde Vamos

CAPÍTULO IV: EL ESPECTÁCULO TOTAL

Cuando convertimos literalmente todo en entretenimiento

Cientos de hombres haciendo fila para participar en "challenges" sexuales públicos filmados para TikTok. Bienvenidos al Coliseo Digital, donde los gladiadores se ofrecen voluntariamente.

Guy Debord escribió en 1967: "Toda la vida se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos." Lo dijo hace más de medio siglo, pero subestimó completamente la participación voluntaria y entusiasta de la población en su propia degradación.

El Coliseo Digital: Panem et Circenses 2.0

Las redes sociales recrearon la mecánica exacta del Coliseo Romano con eficiencia que habría impresionado a los césares. Ya no necesitas construir anfiteatros o entrenar gladiadores. Cada usuario lleva su arena en el bolsillo.

La fórmula romana: panem et circenses (pan y circo). Las plataformas la perfeccionaron:

Pan digital: Dopamina constante (likes, comments, shares)

Circo digital: Contenido infinito de personas destruyéndose por entretenimiento

Diferencia crucial: en Roma, los gladiadores eran esclavos forzados. En nuestro coliseo, se ofrecen voluntariamente. Compiten por la oportunidad de ser sacrificados públicamente ante el pulgar arriba o abajo de un emperador digital llamado: EL ALGORITMO.

El Ring Como Coliseo: Jake Paul y el Deporte-Espectáculo

Jake Paul (un youtuber con cero experiencia en boxeo profesional) ha generado más dinero peleando que campeones mundiales con décadas de entrenamiento. Su última pelea contra Mike Tyson, de 58 años, generó 60 millones de espectadores. No por la técnica, sino por el espectáculo.

El tránsito del youtuber al boxeador-evento completa el círculo de Debord: ya no vemos deporte para entender la técnica, sino técnica para sostener el espectáculo.

Los combates se programan por narrativa, no por ranking; por storyline, no por mérito deportivo. Millones aprenden que la competencia real importa menos que la capacidad de fabricar atención.

Si tu KPI es pay-per-view y trending topics: victoria aplastante. Si tu KPI es excelencia deportiva y legado: derrota por decisión unánime.

La Mecánica del Squid Game Real: MrBeast y la Pornografía de la Miseria

Jimmy Donaldson (MrBeast) perfeccionó algo que el Squid Game de Netflix solo pudo imaginar: la explotación del sufrimiento real disfrazada de entretenimiento benevolente.

La mecánica es idéntica en ambos casos:

Squid Game (ficción):

    Identificar sujetos vulnerables: Personas desesperadas por dinero

    Magnificar su sufrimiento: Cámaras enfocando la desesperación

    Ofrecer salvación: Juegos que prometen millones

    Documentar la degradación: Cada muerte se convierte en entretenimiento para la élite

    Monetizar la tragedia: La élite paga por ver sufrimiento

MrBeast (realidad):

    Identificar sujetos vulnerables: Sin techo, familias en crisis, discapacitados

    Magnificar su sufrimiento: La cámara obsesiona sobre su desesperación

    La intervención mesiánica: MrBeast aparece como salvador tecnológico

    Documentar la gratitud: Lágrimas y agradecimientos = contenido emocional

    Monetizar el altruismo: Millones de views, patrocinios, mercancía

La diferencia: uno es ficción que critica este sistema, el otro es reality que lo celebra.

MrBeast ha dado millones en "caridad" mientras genera decenas de millones documentándola. La pregunta ética que nadie hace: ¿Si no pudiera grabarlo, lo haría?

La Inversión Kierkegaardiana del Bien

Kierkegaard distinguía entre ética y estética precisamente por esto: la acción ética genuina no requiere audiencia. Se realiza porque es correcta, no porque genere validación externa.

MrBeast invirtió esta lógica completamente. Su "generosidad" es inherentemente performativa: existe solo en tanto puede ser vista, consumida, y monetizada. No es caridad—es teatro usando personas reales como actores involuntarios.

Más perturbador: ha normalizado que la ayuda debe ser espectacular para ser válida. Miles de actos genuinos de generosidad (personas que ayudan sin cámaras, sin publicidad, sin monetización) se vuelven "invisibles" comparados con la caridad espectacularizada.

La Complicidad de Masas

El verdadero horror no está en MrBeast, está en nosotros. 438 Millones de suscriptores (al momento de escribir esto) consumen este contenido sintiendo que participan en algo positivo. "Al menos está ayudando," dicen, normalizando un sistema donde la dignidad humana se subordina al entretenimiento.

Es la estupidez perfecta: se siente como virtud mientras perpetúa el vicio.

En un mundo sano, la generosidad genuina sería más valorada que la performativa. En nuestro estúpido mundo: MrBeast gana más dinero "ayudando" de lo que trabajadores sociales, médicos, o maestros ganarán en toda su vida combinada.

El mensaje implícito es claro: el bien solo vale si es visible, cuantificable, y viral.

La Gamificación Total de la Existencia

Toda actividad humana se convirtió en contenido gamificado:

Sexo gamificado: Influencers femeninas compitiendo por récords de 1000 encuentros en 24 horas, convirtiendo intimidad en deporte espectatorial

Generosidad gamificada: MrBeast monetizando caridad

Tragedia gamificada: Personas grabando accidentes y tragedias en lugar de ayudar

Educación gamificada: TikTok reduciendo el conocimiento a clips de 30 segundos

Política gamificada: Candidatos compitiendo por tweets virales, no mejores políticas

La Política-Espectáculo: El Miedo Profético de Cabral

Facundo Cabral advirtió: "Le tengo miedo a los idiotas, porque son muchos y pueden elegir un presidente."

Donald Trump perfeccionó la estupidez política reconociendo que la política ya había sido completamente gamificada. Su genialidad diabólica fue entender algo fundamental:

    Ser coherente es menos importante que ser memorable

    Ser correcto es menos útil que ser viral

    Ser presidencial es menos efectivo que ser entretenido

Su presidencia fue una temporada extendida de reality show con consecuencias nucleares. No era política, era entretenimiento de masas con poder de declarar guerras. Todos los días tenemos un nuevo y mejor episodio que hace que olvidemos el de ayer.

Trump versus el establishment woke no es una batalla ideológica maniquea entre buenos y malos, es batalla entre dos formas de estupidez performativa por dominar el mismo ecosistema de atención.

El Algoritmo Como Emperador Final

En el Coliseo Romano, el Emperador decidía vida o muerte con el pulgar. En nuestro coliseo, el algoritmo cumple esa función, pero es más cruel que cualquier césar: nunca muestra piedad, nunca se sacia, nunca dice "suficiente."

Los gladiadores digitales, desesperados por aprobación algorítmica, continúan escalando hasta que no queda nada más que sacrificar.

Y nosotros (la audiencia morbosa) aplaudimos cada degradación, convencidos de que somos espectadores inocentes cuando en realidad somos los cómplices necesarios.

Quizás por eso Juego del Calamar tiene ya tres temporadas y sigue batiendo récords: no estamos viendo ficción distópica. Estamos viéndonos en nuestro espejo presente pero con mejor producción.

Pero la gamificación total de la vida era solo la preparación para algo mucho más siniestro: el momento cuando cuatro profecías distópicas convergen en una sola realidad que ningún profeta anticipó completamente.

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