Rastreo en internet. Las 377 muertes evitadas por Virginia, Óscar y su pionero equipo antisuicidios de la Policía Nacional, en El Mundo, por Javier Barbancho, 12 noviembre 2025:
La Policía Nacional cuenta con un grupo único en el mundo que rastrea mensajes en internet de usuarios con voluntad de autolesionarse. Sólo en dos casos no han llegado a tiempo. En uno de ellos la persona que se quitó la vida lo anunció en una publicación programada en una red social. Admiten que "hay casos extremadamente difíciles"
Los inspectores de la Policía Nacional Virginia Pérez y Óscar Amor lideran los dos grupos de la brigada que lucha contra los suicidios en internet en España. En 2018, el cuerpo para el que trabajan los puso al frente de la denominada 'Operación Fin'.
Los inspectores de la Policía Nacional Virginia Pérez y Óscar Amor lideran los dos grupos de la brigada que lucha contra los suicidios en internet en España. En 2018, el cuerpo para el que trabajan los puso al frente de la denominada 'Operación Fin'.
Durante 2024, en España se registraron 3.846 suicidios. Son datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellos, el 73,9% fueron hombres (3.044). Esa brecha de género se ha ido ampliando desde 1980. La cifra fue un 6,6% menor que la de un año antes (2023), cuando 4.116 personas se quitaron la vida de manera voluntaria en el país.
En total, el año pasado se dieron diez casos (10,53) de autolisis al día, uno cada poco más de dos horas. Cada caso, cada nombre perdido, cada cuerpo apagado, podrían haberse evitado o, al menos, intentado. A ninguna de esas personas la mató una enfermedad incurable o un trágico accidente de tráfico. Cada uno decidió acabar consigo mismo. Las razones que llevan al ser humano a ello aún no han sido descifradas completamente, aunque se conocen varios factores.
Pida ayuda ante la conducta suicida
La mayoría de muertes por suicidio son prevenibles y evitables. No responden nunca a una única causa. Detrás de ese sufrimiento y desesperanza de la conducta suicida se entrelazan factores de tipo psicológico, familiar, social, económicos y/o culturales
Si usted o alguna persona cerca necesita ayuda emocional por ideación suicida llame al 024, si se trata de una emergencia no dude en llamar al 112.
Para combatir ese goteo silencioso de casos de autolisis en España, la Policía Nacional creó en 2018 una brigada que vigila en internet la aparición de mensajes donde los usuarios hablan abiertamente de su voluntad de acabar con su vida, o de la voluntad de terceros de llevarlo a cabo.
La alerta puede llegar de un directo en Tik Tok o en Instagram; de un foro de videojuegos; de un grupo de Whatsapp o de Telegram donde alguien ha sido testigo de un caso y lo quiere remediar, por lo que llama a la Policía...
En ese preciso instante, la velocidad de reacción de los dos grupos que conforman dicha brigada antisuicidios es determinante: hay que rastrear IPs de ordenador y de teléfono, buscar números de móvil, domicilios...
«Cualquier vía de contacto es atendida. Todos los anuncios los atendemos como reales, porque el precio a pagar es muy alto... La vida de una persona está por encima de cualquier otra cosa», explica la inspectora Virginia García, jefa de uno de los dos grupos que forman la brigada. El otro lo capitanea el inspector Óscar Amor.
En total, son 16 agentes trabajando en la denominada Operación Fin, la cual, paradójicamente, nunca concluye. Desde su creación, se han atendido 377 casos. 377 vidas que, sin la actuación policial, podrían haberse acabado.
«Insistimos en que la gente sea cauta a la hora de bromear con esto porque puede que nos movilicemos y lleguemos tarde a otro caso real por una broma, como nos ha sucedido en la última semana», subraya Virginia García.
Ambos policías mencionados encabezan la sección de redes de la Brigada Central de Investigación Tecnológica de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. «Nosotros investigamos todo tipo de delitos en internet. La rama de los suicidios es un apéndice más. Se creó en 2018 por la experiencia acumulada durante años y por una necesidad evidente. Nos dimos cuenta de que, cuando detectábamos un posible caso de una persona que estaba anunciando que iba a quitarse la vida, nuestra reacción no era la más ágil ni la más adecuada. Decidimos crear un protocolo de actuación con el que poder dar respuesta a esa situación», cuenta ahora Óscar Amor.
«Hasta ese momento se estaba trabajando de forma desestructurada y aislada. Nos dimos cuenta de que era necesario agilizar el proceso de atención, tener una serie de pautas a seguir...».
El rastro de las pastillas.
Más de la mitad de las personas que se quitaron la vida en 2023 tenía restos de ansiolíticos en la sangre. Los forenses encontraron ese tipo de sustancias en los cuerpos de los fallecidos durante las autopsias de los cadáveres. Este dato no quiere decir que se suicidaran por medio de la ingesta de pastillas que ayudan a combatir la ansiedad o la depresión, pero sí que las estaban tomando y que tenían acceso a ellas.
Es por ello que el Ministerio de Sanidad trabaja en la implementación del plan de acción para la prevención del suicidio y en otro de desprescripción de benzodiacepinas, de las que España es uno de los mayores consumidores del mundo. En Alemania, por ejemplo, se venden 18 veces menos de estos fármacos por habitante, según los datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.
Dependiendo de la letalidad del método tienen "un margen temporal mayor o menor para dar con ella y actuar", explica Óscar Amor. "En otras ocasiones no sucede así, sino que movilizamos a una patrulla y a la asistencia sanitaria, pero también hemos contactado con un familiar, y cuando se llega a donde está la persona ya se ha conseguido sacarla de ese momento oscuro», comenta. «Nuestra experiencia nos dice que el único elemento en común en todos los casos que tratamos es la desesperanza», añade el agente.
El 8 de abril de 1962, cuando rozaba los 70 años, el torero sevillano Juan Belmonte se quitó la vida. Cuenta el poeta Felipe Benítez Reyes en el prólogo a una biografía del torero, Juan Belmonte, matador de toros, que España se puso de luto y todo el mundo empezó a hacer conjeturas: «¿Hastío del vivir? -se pregunta Benítez Reyes- ¿La frustración ante un enamoramiento tardío? Quién sabe. Tal vez ni él mismo lo supiera. Tal vez nadie busque la muerte por una razón o por una sinrazón en concreto, sino que la muerte acaba imponiéndole la suya: la urgencia ante la nada, el alivio de la nada», afirma el escritor, quien concluye dejando en enigma lo sucedido con aquel torero que había bebido la gloria y se había hecho rico en las plazas", pero que acabó quitándose la vida. «Porque quién sabe lo que pasa por dentro de nadie cuando decide ser nadie».
Cuando la IA alienta al suicidio
El suicidio es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un problema de salud pública que no depende de una sola causa, sino que en él influyen múltiples factores: sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales. La persona que se suicida no quiere acabar con su vida, sino con el sufrimiento que padece, coinciden los expertos.
«Mi hija habló con ChatGPT antes de quitarse la vida» / Los padres del adolescente que se quitó la vida en EE UU demandan a ChatGPT por ayudarle a "explorar métodos de suicidio" / Un hombre se suicida después de que una IA le invitara a hacerlo
Todas las frases anteriores en cursiva son titulares de noticias reales en las que se acusa a la inteligencia artificial de motivar conductas suicidas, casos en los que las personas se quitaron la vida tras una conversación con chatbots programados con IA.
Una de ellas fue Adam Raine, estadounidense de 16 años. El adolescente se sentía solo y buscó compañía y respuestas en internet. Durante meses, mantuvo extensas conversaciones personales con ChatGPT. Lo usaba como terapeuta para sus problemas. En abril de 2025, se quitó la vida. En agosto, sus padres denunciaron a la empresa OpenAI por no haber detectado a tiempo las señales de alarma.
«El chatbot ayudó activamente a Adam a explorar métodos de suicidio y este no puso en marcha ningún protocolo de emergencia, ni siquiera cuando el adolescente verbalizó sus intenciones», señaló la familia del joven en la demanda presentada ante el Tribunal Supremo del Estado de California.
En un reportaje de The New York Times posterior al suicidio del chico, se reprodujo la conversación que Adam mantuvo con la IA. Los mensajes intercambiados demostraban que no se había reaccionado a tiempo.
Al plantear este tipo de casos a los policías españoles al frente de la brigada antisuicidios, estos explican que a ellos les llegan alertas de intentos de suicidios de todo el mundo al detectar palabras mediante el uso de determinados algoritmos. Sin embargo, sólo se atienden a las que responden a IPs españolas. Casos como el del estadounidense Adam Raine podrían haberse intentado evitar en España. En ningún otro país del mundo existe una unidad policial dedicada a localizar y auxiliar a personas que manifiestan la voluntad del suicidio a través de redes sociales, de páginas webs o de conversaciones en grupos de apps como Telegram.
Las alertas llegan por distintas vías. Puede ser un usuario que se topa con una publicación alarmante y da el aviso, o directamente las plataformas, que tienen sistemas automatizados para detectar contenidos de riesgo. También a través de la colaboración con organismos internacionales, como Interpol o Europol, cuando los indicios cruzan fronteras.
Hace cinco años, en la Navidad de 2020, una joven belga residente en España compartió en TikTok contenido en el que indicaba su intención de quitarse la vida. La División de Criminalidad Informática de la Policía griega detectó estas publicaciones y activó el protocolo de emergencia. Luego envió la alerta a través de Interpol a la Policía Nacional española. Una vez localizado el domicilio, se alertó a la Policía Local, que acudió en coordinación con servicios sanitarios. La menor fue trasladada al hospital.
«Cuando se trata de extranjeros que están en España de vacaciones o que residen aquí, actuamos de la misma manera. A veces están alojados en pisos turísticos, en zonas de costa... Cada caso es único, por eso era necesario actuar con criterios uniformes que nos fueran conduciendo a la potencial víctima», coinciden los dos agentes que se entrevistan con Crónica.
En dos casos no se pudo hacer nada
En estos siete años de vida, la brigada antisuicidios de la Policía Nacional no llegó a tiempo en dos ocasiones. Sólo dos. Aunque en una era imposible hacerlo: un hombre se suicidó en Valencia, pero lo anunció mediante una publicación programada en una red social, por lo que cuando se activó el protocolo, esa persona ya estaba muerta.
El otro caso fue en Vigo. Ocurrió en 2021. La persona que se mató llevaba una vida errante: en ocasiones vivía en una furgoneta, aunque a veces pasaba por pensiones. Se movilizó a agentes de la comisaría de la ciudad para hablar con taxistas, para mirar registros de tarjetas bancarias... Los agentes llegaron a una pensión vecina a otra donde, finalmente, encontraron el cadáver de ese varón que había despertado las alarmas de la Policía.
«Era un caso extremadamente difícil por el contexto», admite Óscar Amor. «También asumimos que es imposible llegar a todo. Hay personas que ya lo han intentado antes y que hacen todo lo posible para que nadie las encuentre en el momento de quitarse la vida».
Formar en atención personalizada.
En el año 2000, en Hungría se suicidaron 2.463 hombres (52,6 por cada 100.000 habitantes frente a los 12,6 de España) y 806 mujeres (15,9 por cada 100.000). 2O años después, en 2021, la cifra se había reducido a la mitad: la de hombres hasta 1.203, y la de mujeres hasta 358.
¿Qué se había hecho? Durante la primera década del siglo, el número de psiquiatras en Hungría había pasado de 550 a 850, las unidades de psiquiatría en el sistema de salud del país pasaron de 95 a 139, y las líneas telefónicas donde llamar si se tienen pensamientos suicidas aumentaron de 5 a 28. De manera paralela, también se formó al personal sanitario para poder identificar y gestionar estas conductas.
«Nosotros actuamos las 24 horas de los 365 días del año, hemos reducido la burocracia al mínimo para poder ofrecer auxilio urgente a personas en riesgo, pero no somos terapeutas, no tratamos de quitarle la intención suicida a nadie. Nuestra función es identificar, contactar y enviar el servicio de auxilio que requiere la persona», insiste la agente Virginia Pérez.
«Nunca vamos a realizar la función de un psiquiatra, por ejemplo. Ni estamos capacitados ni es nuestra labor. Lo nuestro es detectar un caso de intento de suicidio y luchar contra el reloj para evitarlo», apostilla Óscar Amor.
En España , el suicidio mata a casi tres veces más personas que los accidentes de tráfico, las dos causas más comunes de muerte por causas no naturales. Sin embargo, las campañas para favorecer una conducción responsable al volante son frecuentes. No tanto, en cambio, las de prevención del suicidio. Ahora se trata de corregir esta situación. Sanidad aprobó el 14 de febrero un Plan de Acción para la Prevención del Suicidio. Más allá de la rama sanitaria del proyecto, uno de los pilares en los que se sustentará será en la cooperación entre instituciones públicas, así como policía, bomberos y servicios de emergencias. En este punto, al menos, la Policía Nacional ya va por delante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario