miércoles, 17 de diciembre de 2025

Se reedita el diario descatalogado de la guerra civil de Concha Espina

 I

 Concha Espina: testimonio de guerra desde el bando franquista, en El País, por Andrea Aguilar, 17 DIC 2025:

La reedición de ‘Diario de una prisionera’ y una exposición dedicada a la escritora en Cantabria abordan su posicionamiento político.

Triunfó como escritora cuando muy pocas mujeres lograban abrirse camino en un mundo dominado por hombres. Se divorció ayudada por la letrada Clara Campoamor y celebró la llegada de la República en 1931. También relató las vicisitudes en las minas y el maltrato a la clase obrera, en su libro El metal de los muertos. Pero Concha Espina (Santander, 15 de abril de 1869-Madrid, 19 de mayo de 1955), la autora más internacional de las letras españoles a principios del siglo XX y tres veces candidata al premio Nobel de Literatura, saludó con un “¡Arriba España!" la noticia el 17 de julio de 1936 de la sublevación del Ejército rebelde en África.

Así lo relató en su diario de la Guerra Civil, publicado originalmente en 1938 bajo el título Esclavitud y libertad, que permanecía descatalogado. “Mi abuela no quería que se reeditase porque salía gente con nombre propio”, explicaba este martes su nieta Concha de la Serna, que guarda un grato recuerdo de la escritora y celebra que su legado vuelva a recibir atención. El texto de aquel tiempo de guerra recoge el día a día de Concha Espina en la pequeña localidad cántabra de Mazcuerras (Luzmela es el otro nombre del lugar y el que siempre empleó la escritora) desde el verano de 1936 hasta agosto de 1937, y no fue incluido en sus obras completas. Ahora, ha sido rescatado bajo el título Diario de una prisionera por Ediciones 98, sello que también planea reeditar las cuatro obras de ficción que la autora redactó y publicó durante la guerra y en el tiempo inmediatamente después: Retaguardia, publicada en 1937; Princesas del martirio; los relatos de Luna roja, que se remontan a la revolución de Asturias de 1934; y la ucronía Alas invencibles.

El editor Jesús Blázquez se refiere a estas obras como una “pentalogía de la Guerra Civil” y reivindica la independencia de Concha Espina y el valor de su testimonio en el que queda plasmado “que pensaba como le daba la gana”. Su condición de “mujer independiente, su españolismo y su religiosidad” marcan profundamente a la autora, según Blázquez, y fue su experiencia en la revolución de Asturias en 1934 lo que la distanció de la República, cuya proclamación había celebrado. “Concha Espina fue defensora del voto femenino y estuvo a favor de la democracia”, señala el editor sobre la autora, quien durante el franquismo se afilió a la Sección Femenina del régimen.

La escritora tenía 67 años cuando estalla la guerra, y su exmarido era alcalde socialista en la vecina localidad de Cabezón de la Sal. En su diario escribe sobre los “paseos” y registros, las visitas de milicianos que piden dinero, bombardeos, y las escasas noticias que recibe del desarrollo de la guerra en la cornisa norte. Se intercalan sus comentarios contrarios a Azaña, su desprecio por el bando republicano y su odio al “marxismo-leninismo”. “El pueblo comunista solo quiere vencer para medrar, destruir todos los principios básicos religiosos y culturales”, escribe el 24 de octubre de 1936.

Las caminatas por el campo y la descripción del paisaje van cediendo al miedo y a la incertidumbre, hasta que la escritora acaba encerrada en su casa, con las mujeres de la familia que la acompañan. Sus contactos con la Embajada francesa la protegen. Los textos de su diario fueron escondidos en un tubo y enterrados en el jardín. “Los publicó por insistencia del editor José Ruiz Castillo, como ella explica en el prólogo. La transcripción de las notas fue complicada, y la ayudaron su hija Josefina y Matilde Marquina”, apunta Blázquez, que defiende que más allá de las firmes opiniones políticas favorables al bando franquista que Concha Espina expresa en el texto, se trata del testimonio de una mujer que describe el mundo rural durante la guerra. “La han politizado, pero creo que mi abuela es por encima de todo una gran creadora humanista”, defiende su nieta, descendiente del hijo menor de la escritora, el médico Luis de la Serna, que entró en Luzmela con su hermano Víctor y las tropas nacionales. “Siempre hay un adjetivo negativo que la acompaña, pero ella fue fuerte e independiente”, subraya Concha de la Serna. Hace unos años donó los papeles de su abuela a la Biblioteca Nacional, aunque parte de su legado, el que se conservaba en su piso de Madrid durante la guerra, se perdió.

La Universidad de Cantabria y el Parlamento de esa región han conmemorado también este otoño el 70 aniversario del fallecimiento de la autora con la muestra Concha Espina: querer, saber, poder que permanecerá abierta hasta el 31 de enero, y que ha estado acompañada por un ciclo de conferencias.

II

Concha Espina, la autora que acarició el Nobel de Literatura, en El País, por Tereixa Constenla, 21 SEPT 2017:

Una exposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales aborda la obra y la vida de las mujeres distinguidas por la Academia sueca

Concha Espina (Santander, 1869-Madrid, 1955) es más que una estación de metro. O es una estación de metro porque fue mucho más: poeta, dramaturga, periodista y novelista compulsiva. Fue también —y ya se borró del recuerdo colectivo— la escritora española que estuvo más cerca del Nobel. En 1926 perdió frente a la italiana Grazia Deledda.

Una exposición dedicada a las mujeres que han ganado el premio a lo largo de la historia (48, una de ellas, Marie Curie, en dos ocasiones) recupera también la historia de la autora que pudo ser y no fue. Espina llegó a estar propuesta en nueve ocasiones y, en tres de ellas (1926, 1929 y 1931), fue candidata. "Fue propuesta al Nobel por 25 nominadores de numerosos países, entre ellos los españoles Jacinto Benavente, Gerardo Diego o Santiago Ramón y Cajal", señala Belén Yuste, una de las comisarias de la muestra, que se puede visitar en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) hasta el próximo 20 de marzo. En la exposición, Espina comparte un espacio, A punto de Nobel, junto a la polaca Irena Sendler, que salvó a 2.500 niños judíos del gueto de Varsovia.

Tampoco accedería a la Real Academia de la Lengua (RAE), si bien fue distinguida con su premio por la obra Tierra de Aquilón en 1924. Concha Espina fue una autora popular —el tirón de su primera novela, La niña de Luzmela, hizo que el pueblo donde se inspiró adoptase este topónimo— y reconocida por las instituciones, también internacionales. Fue vicepresidenta de la Hispanic Society (pese a ello ha estado ausente de la muestra del Museo del Prado) y miembro de honor de la Academia de las Letras y las Artes de Nueva York.

Mujeres Nobel se centra especialmente en las biografías de 12 de las 48 ganadoras del galardón, entre ellas Marie Curie (Física y Química), Selma Lagerlöf (Literatura), Nelly Sachs (Literatura), Rita Levi-Montalcini (Medicina), Wangari Maathai (Paz) o May Britt-Moser (Medicina). Además de paneles explicativos sobre ellas, se exponen objetos como un cuarzo piezoeléctrico diseñado por Pierre Curie para medir la radiactividad, destacado por Soraya Peña, coordinadora de la exposición, como "uno de los cinco prototipos que se conservan en todo el mundo", los botines que utilizaba la sueca Selma Lagerlöf debido a su lesión de cadera, la tesis firmada por la última Nobel de Medicina, May Britt-Moser, o una vajilla del banquete que sigue a la entrega del premio. 

"El objetivo es difundir la vida y la obra de las científicas a un público general", señaló Yuste, que ha destacado la implicación de las embajadas de los distintos países con mujeres premiadas, así como la colaboración del Museo del Nobel en Estocolmo y el Instituto de Oslo. En paralelo a la muestra, organizada por el MNCN, el Consejo Superior de Investigaciones (CSIC) y Rocaviva eventos, se han programado talleres y conferencias como la de Pierre Joliot-Curie, hijo y nieto de cuatro premios Nobel, que hablará sobre la lucha de las mujeres científicas el jueves 26 de septiembre.

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