viernes, 16 de noviembre de 2007

Las increíbles historias de la Censura


Encontrado aquí:

Nunca he tenido la ocasión de comentar que llevo varios años estudiando inglés, gracias a mi empresa que me lo paga. Ahora trato de sacarme el CAE en un año o así y sigo una disciplina un poco férrea (preparar un examen es preparar un examen); pero tengo siempre mis porciones de conversación. La mayor parte de mis profesores, he tenido varios en los últimos años, son estadounidenses, aunque he tenido a un inglés, una escocesa, una sueca y una aussi que era realmente guapa y divertida (miss you, Katie). A todos ellos, especialmente a los yankees, les he recomendado siempre que viesen Bienvenido Mr. Marshall. Les he garantizado que no iban a entender gran cosa (cosa que siempre se ha cumplido) pero que, por lo menos, habría una escena que les divertiría: aquélla en la que el alcalde, Pepe Isbert, sueña que es un sheriff del Far West. Después de que ven esa peli y se descojonan un rato (un profe, bostoniano, me juró que en el Sur hablan exactamente así), les digo que vean Los santos inocentes, que la vean con subtítulos, para enterarse bien. A mí me parece que es una peli que describe muy bien lo que fue España. Mi experiencia es que les cuesta entender que esa película esté describiendo una realidad ocurrida hace tan sólo cuarenta o cincuenta años. Otra cosa que les divierte mucho es que se les hable de la censura. Pensadlo: para un ciudadano de Boston, de San Francisco o de Londres, que le hablen de la censura de prensa y de la cultura es como si le hablas a un nepalí del txacolí. Es algo tan extraño a su cultura que no pueden creerlo. Pero esto, a Dios gracias, les pasa ya a los españoles: el fin de semana pasado comprobé que mi sobrino, catorce años, tampoco puede creer que le esté contando algo que yo mismo haya vivido. La mayor parte de los angloparlantes (y españoles) jóvenes de hoy no ha visto nunca Mogambo. Así que primero has de contarles la peli, la peli auténtica por así decirlo, y luego explicarles lo que el franquismo hizo con ella. O sea: es un film en el que un matrimonio se regala un safari por África, durante el cual ella (Grace Kelly) se enamorará del guía de la excursión (Clark Gable). La censura española obligó que en el doblaje desapareciese el adulterio, que consideraba contrario a las buenas costumbres de España. Así pues, en la versión censurada de Mogambo, Kelly y su marido eran hermanos. Unos hermanos muy cariñosos (yo nunca he abrazado ni he besado así a mi hermana, lo juro). Conforme avanza la película, se va desencadenando la tragedia, y no entiendes por qué. Porque, al fin y al cabo, en la versión censurada tanto Grace como Clark son solteros y libres. ¿Por qué no se van a liar? Ítem más: ¿por qué el hermano sobahermanas se mosquea de esa manera?Mogambo ha quedado en el inconsciente colectivo de mi generación como el icono de lo absurda que puede llegar a ser la censura. Pero no es el único caso, desde luego. En Doce del patíbulo, un militar norteamericano comanda una misión suicida realizada por doce militares que han sido condenados a fuertes penas, algunos de ellos a muerte, por gravísimos delitos. Uno de esos condenados es un mafioso de origen italiano que, en la peli original, se llama Victor Franco. ¿Lo pilláis? Franco = militar = condenado a muerte. El doblaje español lo convirtió en Victor Frankie. La muy abstrusa canción de Don McLean American Pie se llegó a distribuir en España con un estúpido pitido de 3 segundos en una frase que no le gustó a nuestra censura. Probablemente, aunque no estoy seguro, aquélla en la que McLean habla de escribir el libro del amor si la Biblia te lo dice. Cuando le cuentas esto a los yankees, te miran como supongo que mirarían a un armadillo hembra que se pusiera repentinamente a declamar versos de Coleridge. Quizá la anécdota más graciosa que conozco tiene como protagonista a Luis García Berlanga, precisamente el autor de Bienvenido Mr. Marshall. Berlanga era muy temido por la censura porque era y es un tipo muy inteligente. Mr. Marshall tenía que ser una película de propaganda española (de hecho hay una cantante de coplas, Lolita Sevilla si no me falla la memoria, que se marca un par de números), pero lo que fue es una ácida crítica de la situación. En los tiempos que ahora relato, en la Gran Vía de Madrid había una sala de fiestas, Pasapoga se llamaba, que tenía fama de ser antro de perdición (al estilo de la época, no os vayáis a creer). Pues bien: al someter Berlanga, el guión de una de sus películas a la censura, un censor leyó: «Toma aérea de la Gran Vía». Tomó el lápiz rojo, y tachó la escena. Otro compañero le dijo: «Pero, macho, ¿qué tiene de malo esa escena?» «Quita, quita», le contestó el otro; «tratándose de Berlanga, es capaz de meter en el plano general a un obispo saliendo de Pasapoga». Si uno se sienta hoy delante de la tele a ver el deuvedé de El último tango en París, le costará creer que esta película estuvo prohibida en España; y que, de hecho, en los últimos años del franquismo había auténticas excursiones a la raya de Francia para verla (en francés). Se la tenía por película absolutamente pornógrafa y en no pocos lugares surgían leyendas urbanas que le contaban a los que no la habían visto escenas dignas de Nacho Vidal. Porque ya tenemos, a la vuelta de la esquina, el fenómeno de la leyenda urbana asociado a la censura.Es verdad aceptada por muchos, por ejemplo, que La Codorniz, revista satírica que fue secuestrada (o sea: su publicación fue impedida) varias veces, publicó una vez, en su sección de pasatiempos, el siguiente:

Regla de tres: bombín es a bombón como cojín es a X. Nota de la R:
nos importa tres X que nos secuestren la edición.
Me lo ha contado mucha gente, pero jamás he encontrado a alguien que pudiese mostrarme la edición. Probablemente es mentira. Otra cosa que pertenece a mis recuerdos fue el estreno en España (en mi caso, en La Coruña), de Jesucristo Superstar. Da vergüenza explicar hoy en día por qué esa peli era escandalosa.
En primer lugar, era una ópera rock; o sea, Jesucristo cantaba la música del diablo.
En segundo lugar, Judas era negro.
En tercer lugar, la historia insinuaba cierto amor, digamos, muy humano, de María Magdalena hacia Jesucristo (aunque Jesucristo, si no recuerdo mal, permanecía impasible el ademán).
Por último, en una canción bastante apañadita en la escena de la oración del Monte de los Olivos, se mostraba a un Jesucristo atormentado por su martirio futuro y preguntándole al Padre por qué debía morir.
Todo muy hippie. En la España de la demostración sindical y la Sección Femenina, fue la caraba. Y se contaron cosas. Como, por ejemplo (y es que en el pecado se lleva la penitencia) que el Jesucristo Superstar exhibido en España (que yo creo que estaba íntegro) estaba censurado, porque en la versión original había… una escena de cama entre Jesucristo y María Magdalena. Buena metáfora de lo que consigue la censura: si no te dejan ver la realidad, acabas por imaginarte que es peor de lo que es. Feliz fin de semana a todos.
Conde said...

Lo de la película Mogambo es ya un clásico en las crónicas de la censura: para tapar un adulterio ¡acaban sugiriendo una relación incestuosa! El otro día vi esta curiosa censura gráfica que hacen en Irán al National Geographic (creo que en una universidad). Al parecer el texto lo dejan íntegro, pero los escotes de las mujeres en los anuncios los "visten" con tinta negra, las rodillas tampoco se pueden ver, etc.
Y el famoso Indice, con los libros prohibidos, y los discos que se compraba la gente en el extrajero... Con lo de El último tango... se montaban auténticas excursiones. Al final, para ver una película que es un coñazo.


Anónimo said...

En Estados Unidos es cierto que no existe la censura al estilo de la franquista, pero hay otra censura más insidiosa que es la del silencio. Simplemente no se habla de todo aquello que no interesa que se hable. También está el sistema de calificaciones de las películas. Uno sabe que si sale media teta, automáticamente la calificación de la película será, por ejemplo, para mayores de 17 años. Eso implica que se exhibirá en menos cines y que tendrá menos público. El resultado es que sin necesidad de una censura oficial, se consiguen efectos parecidos a los de la censura franquista: fuera tetas. Y a esto (me refiero a USA) hay que añadir las posibles reacciones y/o demandas posteriores (que pueden ser multimillonarias) de cualquier grupo de presión; y la exacerbación de lo políticamente correcto. Recuerdo, por ejemplo, los problemas que tuvo Oliver Stone después de estrenar JFK, que no es un caso único.
Manu said...

Abundando sobre la censura en EEUU, el nivel de autocensura, según para qué cosas, es mucho más alto que el que podamos tener en España ahora. Pitidos sobre las palabras malsonantes, eliminación de escenas de contenido sexual (que no violento) en emisiones televisivas, retraso de la señales en directo para que un censor se asegure de proteger los intereses del propietario de turno... y todo esto cuando la autocensura no cruza la linea de la manipulación descarada, como el tratamiento que los medios conservadores han dado a la noticia del senador republicano que podría haber abusado de becarios (en Fox llegaron a anunciarlo durante un día entero como un senador demócrata) ¡En todas partes cuecen habas!

Sobre la supuesta censura en los EE.UU. hay mucha tela que cortar, ya me parece excesivo que se use la palabra censura para califacar los ejemplos que ponéis... Leyendo lo de La Codorniz, me acuerdo de otro caso con final feliz que se les coló a los censores y es que había que leerse hasta los anuncios para ver los chistes. Ocurrió durante la visita de la despampanante emperatriz de Irán (Farah Dibah, creo) que causó mucha sensación entre los caballeros de alta alcurnia. El anuncio por palabras decía lo siguiente: Cambio Marquesina usada por persiana en buen estado. Razón: Villaverde, 5.

Anónimo said...


La censura, novena planta del edificio del Ministerio del Paseo de la Castellana (allí estaba.....) Soy un estudiante de doctorado en Historia del Cine y estoy haciendo la tesis sobre la censura de guión en el Régimen de Franco. Aunque es verdad que una parte de la censura (yo diría como un 30%, más o menos) estaba orientada hacia la moral y buenas costumbres, el objetivo principal de la censura, sobre todo en la primera mitad del Régimen (sí, sí, en la primera, la más dura) era mejorar la calidad del cine español. Ejemplo: En la década de los 40 (no recuerdo la fecha porque estoy escribiendo de memoria, pero si alguien está interesado la busco) se presentó a censura un guión titulado "La Virgen Blanca". El guión, escrito por el párroco de la Catedral del Pilar, narraba la vida ejemplar de una santa. Por si fuera poco, además contaba con el aval del Capitán General de la Región Militar de Andalucía. ¿Pues qué creéis que pasó con el guión? ¡Que fue prohibido! Según el censor (en esos años sólo había uno llamado Francisco Ortiz), aunque no era discutible la altísima intención del autor, el guión no podía autorizarse porque era (cito textualmente) plúmbeo. Otro detalle que suele sorprender a amigos y familiares cuando se lo cuento, es que generalmente los censores más duros no son los religiosos sino los seglares. A veces incluso sobre cuestiones de dogma o de moral los curas dicen cosas como "tampoco hay que exagerar" y cosas así.

Ah, y una frase estupenda sobre la censura: "La censura es a la vez injusta y estúpida. Por eso uno no sabe si, alternativamente, combatirla o educarla". Roland Barthes

Anónimo said...

La pelicula Éxodo tambien esta censurada, pero es una censura sin sentido para verla hay que poner la pelicula con el audio en español y subtitulos en ingles. Se ve en la escena en la que interrogan a Dov Landau para poder entrar en el grupo terrorista.

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