miércoles, 19 de diciembre de 2007

Chabolismo invisible

De El País:

Todos sospechaban. "En el bajo vive demasiada gente", comentaban los vecinos al cruzarse en las escaleras. La rotura de una tubería dejó al descubierto la realidad. En el piso que provocaba los cuchicheos, de unos 90 metros cuadrados, vivían 13 personas hacinadas. Menos de siete metros por cabeza. Tres o cuatro por habitación. Cinco nacionalidades con una sola cocina. Un piso patera en un edificio de gente bien de cinco plantas en Carabanchel.

El accidente, ocurrido hace dos meses, confirma una de las conclusiones del último estudio de Cáritas: hay chabolas más allá de los poblados, aunque sea un fenómeno casi invisible. En Madrid capital hay casi 122.000 infraviviendas verticales con 440.000 inquilinos. Son una de cada diez viviendas y la mayoría de las que hay en la región, con 184.665 casas insalubres.


Más de la mitad de los vecinos que se levantan cada día en una de esas chabolas verticales, en las que no disponen de intimidad, donde les toca sortear el frío porque la calefacción no existe, en las que se asean en baño compartido o donde tapan las grietas moviendo de sitio los armarios se consideran personas sin graves problemas de exclusión. Con trabajo, con familia, sin un entorno violento ni casos de abandono. Su situación no se puede considerar marginal aunque su casa sí lo sea.

Son el 52% de hogares "incluidos" recogidos en el informe de Cáritas de Madrid La infravivienda en la Diócesis de Madrid, presentado ayer. Es la primera vez que esta ONG realiza un estudio de estas características. Para alcanzar sus conclusiones, ha combinado las cifras de Madrid del Censo de Población y Viviendas del INE -los últimos datos disponibles son de 2004- más otros datos del Instituto de Rehabilitación e Integración Social (IRIS) de la Comunidad de Madrid. Su aportación es el trabajo del Equipo de Investigación Sociológica (EDI) de Cáritas, que realizó 415 encuestas entre mayo y junio de 2007 a inquilinos, con un error previsto del 4,8%.

Una infravivienda, según la ONG, se define por cuatro medidores. El primero, la habitabilidad, analiza si la vivienda tiene servicios: agua corriente, electricidad... La accesibilidad se centra en los ingresos, la discriminación a la hora de alquilar un piso, el racismo del entorno o si los alquileres son muy caros. El tercer elemento es la estabilidad: si la vivienda es prefabricada, de integración social, subarrendada por habitaciones...

El último es la adecuación, si el inquilino vive en condiciones de hacinamiento (menos de 10 metros cuadrados por persona) o de lo que Cáritas define como promiscuidad: más de dos personas por habitación. La adecuación (74,7%) y la habitabilidad (55,7%) son los factores más comunes.


Según la encuesta, uno de cada cuatro inquilinos de esas chabolas en altura es extranjero. Los tres restantes son españoles, entre los que se encuentra un gitano. La mayoría de las infraviviendas están al este y al sur de la capital. Pero no sólo se concentran allí.


El distrito Centro es donde se concentran más edificios con problemas estructurales graves, sobre todo en los barrios de Embajadores y Universidad, con 2.389 y 1.157 viviendas. Son también los barrios con más casas sin cuarto de baño, 2.000 de las 12.000 de Madrid capital. Las viviendas con peor saneamiento están en el distrito de Fuencarral-El Pardo (220 de las 1.260 sin agua corriente). Las casas con los vecinos más hacinados se encuentran en el distrito de Puente de Vallecas (2.757 de las 26.240 de Madrid).


Aunque hagan falta sucesos inesperados como la rotura de una tubería para sacarlos a la luz, este tipo de pisos están al alcance de cualquiera. El 20% de los encuestados encontró el suyo en un anuncio o por Internet. El 10% a través de una agencia inmobiliaria.

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