miércoles, 2 de enero de 2008
John Q
He visto en TV esta película de Nick Cassavetes, del año 2002. Plantea un problema fundamental a la americana y con un guion bastante edulcorado: la inexistencia de una auténtica Seguridad Social en Estados Unidos para cincuenta millones de pobres, lo que genera situaciones como la descrita, un padre que debe recurrir a uno de los pocos derechos que América deja a los pobres, por lo general negratas o basura blanca, la posesión de un arma, para reclamar el de su hijo a que se le haga un trasplante de corazón que salve su vida. El sector social que Jeremy Rifkin y sus discipulillos los Clinton llaman tercer poder, el de las ONG y los colectivos de beatos parroquiales, suelen suplir esas deficiencias del Estado, al que siempre se le piden menos y menos impuestos, hasta que no pueda costear ni educación ni nada de nada, mientras que sigue sin sufrir reconversión esa enorme industria bélica heredada de la segunda masacre mundial. Es el mismo espíritu de Google, uno de cuyos principios reza no seas malvado. Por supuesto, Denzel Washington está eminente, sacando petróleo de donde no lo hay, ya que los personajes son demasiado estereotipados y maniqueos, pero uno echa de menos la mala leche de un Sacha Baron Cohen o de un Michael Moore.
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