La católica iglesia nos oprime;
no nos defiende ya su largo brazo
de la injusticia, del odio, del rechazo
ni reúne a las voces que reprime:
levanta su poder sobre quien gime
estrangula al distinto con su lazo
negándole acogerse a su regazo
y a la mujer, esclava, la deprime.
Su sonoro silencio hipocresía
es, no humildad; y su pobreza
se viste con harapos de grandeza
ejerciendo en las almas tiranía.
Como lobos se vuelven sus pastores
contra ovejas de todos los colores.
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