miércoles, 23 de enero de 2008

Pablo Villamar

No veo gran cosa provincial dedicada a este personaje, tan interesable y polifaciente como el mismo Francisco Nieva, con quien cuánto tiene en común. Nació en Alcázar de San Juan, aunque pronto marchó a vivir a Oviedo. Primero trabajó como periodista y como novelador, pero su verdadera vocación era teatrar. Su formateo en este campo es eminente, no por más cosmopolita: aprendió dramaturgia en la Sorbona y manoteó en el Actor's Studio de Nueva York y en Milán. Tiene en su haber, de largo caudal, el premio Calderón de la Barca. Su obra, como él mismo, es muy prolija y desigual, pero muy supersaliente en sus obras mejores, que pocas no son. También ha trabajado como guionero de TV en Hispanoamérica, Francia y España. Como persona, posa a lo Dalí, pues es un espectáculo perfecto para todo hombre que tenga sentido de lo paranoico. Y además exhibe algo que vale su oro en peso: un gran sentido del humor. ¿Qué cómo conozco a este hombre? Me topé con él hojeando al azar el Diccionario de la Huerta donde crece el Peral y se cuece la Tortajada

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