jueves, 17 de abril de 2008
Diatriba contra tontos, tontainas, tontolhabas, porcinos, tocinos, atocinados, gilis y asimilados
Tonto es el que hace tonterías, decía ese genio incomparable, el gran Forrest Gump. Pero a un chaval no se le puede llamar tonto. El chico no ha leído la Biblia y no sabe que "es infinito el número de los necios": todos somos necios y lo único que podemos hacer es serlo cada día un poco menos, esto es, aprender, y ser el día de la muerte algo menos tontos que cuando nacimos, y llevar el óbolo en la boca de lo que hemos ganado o perdido, que todo es aprender. Pero en vez de considerar tan admirable doctrina, lo que el niño malo, o niñato (también los hay buenos y estudiosos, aunque tan pocos que hay que buscarlos con un farol, como hacía el filósofo griego), diría, es "Me ha insultado", sin apenas sentirse afectado (a un alumno moderno lo único que parece afectarle es la mala calidad de su ropa); no considera que la estulticie y la estolidez, palabras cuyo significado no llegaría a discernir, puede ser y de hecho es transitoria, no un estado perpetuo; es un chico que insulta a sus profesores a un ritmo de dieciséis veces por hora y a sus cofrades a un ritmo de unas treinta y cuatro. El lenguaje para el niñato no tiene valor, por eso lo dilapida, y no lo administra como si fuese un sacramento. Actúan más que hablan, y hablan más que piensan. "Usted diga lo que quiera, que yo haré lo que me dé la gana". El profesor lo único que hace es separar el grano de la paja: no insulta, evalúa, califica, clasifica o describe un hecho tozudo y sin paragón en la historia educativa de este país: la soberana indiferencia de los educandos ante la educación, su relegamiento a la burricie sin freno, al botellón y su genio endemoniado, al pastoreo porcino de esos políticos que dicen combatirlo y se sirven de ellos para medrar a su antojo. ¡Gilipollas de políticos! (No es un insulto, es una clasificación: político es el que dice o hace gilipolleces). Los griegos tenían el ostracismo para echar al político que más mentía o daba la lata; ¿qué tenemos nosotros? ¿Un defensor del pueblo que ni siquiera puede iniciar investigaciones? ¿Un gremio cuyo sindicato, ya lo tuviera yo, logra unas subidas de sueldo del orden del 20%? ¿A eso lo llaman honradez? ¿Imperativo categórico de la ética no material, sino formal de Kant, esto es, dar ejemplo? No, no es ética ni honradez, es sólo... política. Esclavitud la llamaban antaño, y también Inquisición, ese organismo que le daba igual quemar herejes, sólo quería hacerse con sus propiedades con cualquier quítame allá esas pajas. Sólo hay que ver los baremos de cualquier oposición y cualquier medición moderna del mérito y de la capacidad para ver qué clase de sinvergüenzas nos gobiernan y de qué asqueroso modo. Prefiero a cualquier alcaldillo de Finlandia de presidente de gobierno que no a cualquier político español, sea el que sea. Prefiero un chico marginado, voluntarioso, lector y con un trabajo asegurado a un infantil pijo bien socializado sin voluntad alguna, zarandeado por las modas y el consumo, que vive con sus padres hasta los treinta años y que cobra el paro por no haber trabajado nunca en su vida.
Ponga a uno de esos críos ante un papel en blanco y dígale que escriba lo que le pase por la cabeza (suponiendo que la tenga). Al poco no tarda en ponerse tan blanco como el papel; suda, y si no arruga el folio y se hace una porra, un canuto, una bola para tirar o un avioncito Bin Laden con él, mira a los lados buscando auxilio, se pone de lado, se muerde las uñas, tamborilea con los dedos o con las piernas o con ambos al mismo tiempo, coge el móvil, coge la bolsa de lápices, mira el reloj, se rasca el culo, las orejas o la barriga, se ajusta la camiseta, dice una ordinariez, dice otra ordinariez, mira por la ventana y, de repente, se descompone: nota que hay algo difuso en su mente; no, no es un dolor de cabeza, le aclara el profesor: es un pensamiento.
La materia prima de la concentración es el silencio; en la barahúnda que es una clase de ESO, lograr esa materia prima es imposible: no se cría en este suelo, donde ahora se da el mentecatismo, la mequetrefez, la cortedad de miras, la gilipollez, la mediocridad tirando por lo alto. ¿Esperanza? ¡Anda ya! ¡Se ve que usted no conoce la Historia de España!
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