jueves, 1 de mayo de 2008
Internet
Hay pocos inventos realmente importantes en la segunda mitad del siglo XX que puedan cambiar algo la estructura de la sociedad. Hay que afinar algo la vista, porque a veces no son fácilmente discernibles: hoy en día, por ejemplo, la bombilla nos parece algo tan corriente que no podemos hacernos una idea de lo que vino a ser en su tiempo. Para el siglo XX y XXI uno es, sin duda, el comienzo del largo camino que desembocará en el desciframiento del genoma de la vida. El otro, el dessarrollo de las telecomunicaciones por medio de inventos como el móvil, el GPS y el desarrollo del microprocesador con Internet. Hay 165 millones de sitios web en el mundo, y cada vez son más. ¿Qué envuelve tan espantosa red? ¿Realmente es espantosa? No. Quieren hacerla espantosa los que quieren controlarla para sacar beneficio de ella. De ahí esas machaconas noticias de que la red es un nido de pederastas, de ladrones de música, de ladrones de películas, de pervertidos, de ladrones de tarjetas de crédito, etcétera. El nexo común de casi todas esas acusaciones es el dinero, por lo que ya se ve QUIENES están interesados en desacreditar Internet, para controlarlo y así hacer pagar dinero por ello. No hablan nada de la información sin censura que proporciona, del acceso ilimitado a la información y a la amistad, de la colaboración sin límites entre gentes de todas partes del mundo y del intercambio cientifico que nos beneficia a todos por igual; y, lo que más temen, lo que supone para perfeccionar la democracia y destruir cualquier dictadura. Y en cuanto a los que acusan a la red de inmoral, habrá que decir lo que siempre: que la inmoralidad está en la mente de las personas, no en la red en sí misma, y que además la red es un poderoso instrumento para atrapar a esos deshechos sociales. Y, en lontananza, las maravillas que podremos descubrir cuando se ponga en funcionamiento este verano el monstruoso acelerador de partículas del CERN; da un poco de miedo, sobre todo si pensamos en que la lógica cuántica que siguen las partículas elementales permiten la doble verdad de Averroes. Un mundo macroscópico que siguiera las reglas de esa lógica nos pondría los pelos de punta, sinceramente.
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