miércoles, 17 de septiembre de 2008

De la estupidez política viene la crisis económica

Selecciono este texto de El País de hoy:

Ya no resulta exagerado afirmar que esta crisis financiera es la peor que ha sufrido la economía mundial desde el crash de 1929. La desconfianza financiera, no sólo resiste a todos los tratamientos bienintencionados que se aplican desde las instituciones públicas, sino que crece (...) Este caos financiero procede de la irresponsabilidad de directivos dispuestos a pasar por encima del control de riesgos para conseguir sus bonus salariales exorbitantes y de un sistema de supervisión, el de Estados Unidos, que se equivocó gravemente al inclinarse por la desregulación, cuando tendría que haber aumentado la intensidad y la calidad de los controles sobre las operaciones de riesgo. Ocho años de Administración de Bush no son, obviamente, ajenos a todo ello.

Las lecciones de este crash son que la sofisticación financiera requiere de supervisiones de similar complejidad, y que la intervención del Estado para salvar bancos sólo tendrá justificación si el sistema estadounidense acepta someterse a un estricto control del riesgo financiero. Si estas lecciones no se aceptan, la economía mundial sufrirá la amenaza permanente de crisis sistémicas causadas por acciones irresponsables y la economía de mercado se convertirá en una ruleta avalada por dinero público

Y el 18 de septiembre en el mismo periódico:

Directivos y ejecutivos responsables del banco han cobrado en los últimos años cantidades ingentes e inmorales de dinero en forma de bonus por los resultados obtenidos en una carrera desbocada hacia la nada. Y como ellos, muchos otros responsables de las empresas del mal llamado capitalismo popular.

Además, este dinero lo han conseguido con toda impunidad y nulo riesgo personal, ya que el capital no era suyo. Si tuvieran el más mínimo principio ético, devolverían esos miles de millones a la compañía para resarcir mínimamente el mal causado. Pero no lo van a hacer, eso, por desgracia, lo sabemos todos. Las instituciones públicas americanas y europeas, que se están gastando el dinero de todos para corregir la avaricia de unos pocos, tienen la obligación de corregir este error, y éste es el momento.


Que sean valientes y legislen para que aquellas empresas en las que los ejecutivos no tienen (no confundir con controlar) la totalidad del capital: 1. Tengan la obligación de devolver los bonus cobrados por resultados en los ejercicios anteriores si la compañía entrase en pérdida, se halle donde se halle el ejecutivo que la provocó. 2. Que exijan a estos responsables seguros por las mismas cantidades que tan alegremente se regalan cuando no tienen ni el 1% del capital. 3. Que regulen las cantidades máximas a cobrar por los ejecutivos que no arriesgan su dinero sino el de terceras personas. 4. Si no cumplen con esos mínimos, que se les prohíba cotizar en Bolsa y acceder a la financiación popular y pública. Éste es el momento de hacerlo, y con efectos retroactivos, al fin y al cabo, esos aprendices de brujo han estado a punto de cargarse el sistema financiero occidental.

Pero mucho me temo que nadie tendrá el valor de desear un mundo más ético

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