miércoles, 26 de noviembre de 2008

Curas reprimidos

Cuatro mil curas han sido acusados de ser pederastas en Estados Unidos. Incluso si la décima parte sólo de esa acusación fuera verdad nada más, el Vaticano tendría que revisar su política sobre el celibato y sobre la sexualidad, que la mayoría de la gente considera perversa e insana y que incluso San Pablo, que decía que "cada obispo sea marido de una sola mujer", consideraría antinatural. La represión demoniaca de la Iglesia origina esas desviaciones y la transforma en una red de corrupción de menores, algo que Cristo, quien dijo "dejad que los niños se acerquen a mí", jamás supuso que harían sus presuntos seguidores. Cristo no dijo nada de celibato y no tiró ninguna piedra contra ninguna prostituta, al contrario que la iglesia, que ha tirado todo lo que tenía contra el sexo y más. El celibato, que es una construcción histórica de un papa llamado Calixto bastante adeudado, granjeaba a la Iglesia que los curas testasen a su favor en vez de a sus barraganas, así que es una mera cuestión económica, y más que el pecado de lujuria se trata de avaricia por su parte, como bien sabía el manchego Juan Ruiz, al que le sonaba la herejía adopcionista de Elipando y que sabía muy bien que Adán no necesitó ningún cura para casarse con Eva, porque "no es bueno que el hombre esté solo". La compañía es la justificación de la mayoría de sus aventuras amorosas. Ningún clero de ninguna religión salvo la católica exige tanta castidad.

Cuánto pecado hay en los dirigentes de la Iglesia.

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