martes, 25 de noviembre de 2008

Algo sobre El Locho

Historia pintoresca del reinado de Doña Isabel II y de la Guerra Civil, Madrid: Imprenta de V. Castelló 1846, p. 240: 

Mucho más dieron que hacer al gobierno las fuerzas carlistas organizadas por el Locho en los montes de Toledo y en la Mancha. Por lo que era mayor la importancia de estas fuerzas, creemos conveniente ante todo dar á conocer á su caudillo. Manuel Adame el Locho nació en Ciudad-Real, de padres humildes que vivían en el último estado de indigencia. A la edad de once años se dedicó á guardar cerdos, cuyo ejercicio cambió despues por el de jornalero trabajador de viñas. En esta ocupacion siguió hasta la entrada de los franceses en España, en cuya época Adame sentó plaza de soldado en un regimiento, del que se separó á poco para volver á la Mancha con objeto de hacer la guerra, sin sujetarse á la disciplina militar. En la Mancha sirvió de espia á las autoridades del gobierno legítimo: unióse luego á la partida de D. Ventura Jimenez, en la cual se distinguió por su valor audaz, encargándose al fin del mando de ella. Hecha la paz quedó con el grado de alferez y diez reales diarios de pension, que disfrutó tranquilamente hasta el año de 1821 en que buscado por los realistas se lanzó á la arena proclamando al rey absoluto. En 1823 logró reunir 1 500 caballos, con cuya fuerza recorría la Mancha cometiendo escesos abominables que le dieron una triste celebridad. Como los partidos no suelen ser escrupulosos en la concesion de recompensas á los que les sirven por buenos ó malos medios, Adame obtuvo del gobierno del rey el empleo de coronel con una pension de doce mil reales anuales. A la muerte de Fernando VII se le mandó prender, porque ya entonces se preparaba á levantar la bandera de la insurreccion; pero logró fugarse, y permaneció oculto durante algun tiempo, hasta que apareció en los montes de Toledo acaudillando las partidas que allí se formaron. Este hombre tosco y grosero, en cuya desagradable fisonomía parecia retratado su carácter sanguinario, era, pues, uno de los campeones del partido carlista; era el hombre á quien se encargaba, que invocando el sagrado nombre de la religion levantase á los pueblos contra el gobierno de la reina legítima de España. Si el partido carlista puede envanecerse de haber tenido generales como Zumalacárregui, no se envanecerá por cierto de haber contado con guerrilleros como el Locho. Tenia éste influencia y prestigio entre la gente aficionada á la vida aventurera ; de manera que no bien bajó á la Mancha, su pais natal, cuando se le unieron mas de doscientos hombres, con los que recorría casi toda la provincia, y aun se aventuraba á atacar algunos pueblos como el de Villarrubia de los Ojos, con cuya milicia urbana sostuvo un porfiado combate el dia 13 de abril. Alarmado el gobierno por las noticias que recibía sobre los progresos del Locho, hizo salir de Madrid en su persecucion una columna de tropa al mando del comandante D. Víctor Sierra ; pero cuando la columna llegó á Ciudad-Real, ya aquel cabecilla había sido alcanzado y batido en Ruidera por el comandante del 1 .º lijero D. José Bessieres que le seguía con unos 50 infantes y 60 caballos de diferentes cuerpos, inclusos 32 milicianos urbanos de caballería. Fatal fué este encuentro para el Locho, pues dejó en el campo 60 muertos, y en poder de los de la reina 10 prisioneros. Perdió ademas la fuerza moral que iba adquiriendo entre los desafectos al gobierno, y abandonado por muchos de sus compañeros, tuvo que limitar sus operaciones á vagar por los campos con una insignificante partida. Invadió á fines de abril la provincia de Córdoba por la parte que confina con el valle de la Alcudia; pero tambien allí fué rechazado con alguna pérdida, al mismo tiempo que en la Mancha era destruida otra partida carlista dirigida por Pedro Sanchez Barba el Mantecas, á quien el comandante general de la provincia D. Juan Antonio Barutell hizo fusilar en la ciudad de Almagro.

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