Que me digan que nuestro exorcista favorito, el padre Fortea, que además es novelista, no tiene ideas malignas. Cualquiera diría que le ha infiltrado uno de los personajes que expulsa. Léase si no este post de su blog:
Si yo fuera el Presidente de Irán y quisiera destruir Israel, tendría muy claro que no puedo bombardearlo sin esperar una respuesta de Estados Unidos, una respuesta arrasadora. Así que antes de atacar a Israel, haría explotar a la misma hora el mismo día varias bombas atómicas en las principales ciudades de Occidente. Haría las cosas de forma que un buen día, al levantarse los europeos pusieran la radio y se enteraran de que ya no existen Berlín, París, Londres, Nueva York, Washington y Los Ángeles. Las bombas podrían ser enviadas por aviones de líneas regulares iraníes el mismo día a la misma hora. Ni los pasajeros, ni los pilotos, tendrían por qué enterarse de qué es lo que hay en la bodega.La destrucción de esas seis ciudades sólo le costarían al estado iraní el precio de producir seis bombas, pero la economía a nivel planetario se desplomaría de forma que la Gran Depresión parecería un juego de niños. En una situación de hambruna inminente a dos meses vista, los Estados no podrían lanzarse a una cruzada contra nadie. La única prioridad sería dar de comer a sus propios ciudadanos. La destrucción simultánea de esas seis ciudades supondría la desaparición de los documentos y archivos que prueban a quien pertenecen millones de euros o terrenos o cualquier cosa. Sería el total y perfecto colapso de la economía mundial.Si yo quisiera borrar al Estado de Israel del mapa, tendría muy claro que primero hay que golpear a Occidente. Y que sólo podría dar un solo golpe, pues no habría una segunda oportunidad.Pero todo este post es una mera divagación acerca de hipótesis imposibles e infundadas. Porque todos sabemos que ese benefactor de la Humanidad llamado Ahmadineyad sólo busca con su programa nuclear no contribuir al calentamiento global porque se le estaban muriendo las plantas en el desierto.
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