viernes, 30 de enero de 2009

¿Españoles o austrohúngaros?

Los españoles siempre hemos tenido algo de austrohúngaro, qué se le va a hacer: hemos venido a poner un orden imposible en las heterogeneidades más diversas que hallarse puedan. Por eso Claudio Magris, nacido en la frontera de Italia e inventor de algo que ya está inventado, la invertebrada Mitteleuropa, con su páncreas checoslovaco y todo, tiene algo de carácter español, del carácter de quien no puede ser otra cosa. Oíd lo que dijo cuando le invistieron doctor honoris causa en la Complutense de Madrid:

Ha habido muchos grandes escritores que no entendían el mundo en el que vivían, y sus posturas políticas eran disparatadas. Ahí están Céline o Hamsun. En mi caso, cuando escribo quiero ser un copista de la realidad, un amanuense que simplemente da cuenta de lo que ve. Y lo que he visto es la tremenda diversidad del mundo y la riqueza de contrastes que existe en las fronteras. Escribo contra el olvido y contra el tiempo, para salvar algunas cosas: construyo una pequeña Arca de Noé, aunque con materiales mucho más frágiles. Escribo para protestar. Escribo para intentar poner un poco de orden en ese mundo que me llega de manera caótica y desordenada, pero también escribo para destruir el falso orden con que a veces se presenta la realidad. Me ocupo del destino de los otros para entender el mío, exploro un laberinto. No sé lo que encontraré al final.

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