sábado, 25 de abril de 2009

Un diálogo inédito del jesuita Juan Masiá Clavel

Grabación oculta al párroco de Valdealmenaras.

Por el teólogo Juan Masiá Clavel.

Estaba el párroco Nicanor acurrucado en el presbiterio el sábado por la noche, a solas con el Maestro. Micrófonos de RD, listos para el Domingo, grabaron por casualidad la conversacion siguiente:

Párroco Nicanor: Señor, hoy ayuno y hago penitencia y mañana, quinto domingo de Cuaresma, les invito a mortificarse a propósito del evangelio del grano de trigo que muere.

Jesús de Nazaret: No exageres, Nicanor, sabes que no me gusta el dolor por el dolor.

N. Pero a nosotros nos enseñaron que cuanto más sufres, más mérito tienes, que ese es el “Camino”, el de la cruz que nos salva, como dijo cierto santo beatificado a la fuerza por un Papa no muy grande, pero sí muy fuerte...

J. ¡Ojo!, Nicanor, querrás decir que te salvas a pesar de la cruz, no por la cruz; lo que a mí me salvó fue la vida definitiva en la que me introdujo el Espíritu de Abba.

N. Pero Tú, Señor, abrazaste la cruz con gozo y sin esfuerzo.

J. Bueno, lo del gozo es un tanto relativo. Y, desde luego, trabajito me costó, que es mucho salmo y muy fuerte lo del XXI, y no me salía entonarlo... Ya habría preferido que Abba no me dejara desamparado. Y lo peor de todo, ver allí cerca a la madre y a mis queridísimos Juan y Magdalena, aguantando desgarrados a pie de cruz... Se me clavaba eso más que las espinas... No alcanzaban hasta lo alto y yo no podia desclavarme y abrazarles como me lo pedía el cuerpo.

N. Pero Tú sabías que después venía la resurrección.

J. No, Nicanor eso lo dicen los teólogos romanos, que se olvidan de lo que significa que os precedí en la fe como “pionero de salvación“ (Hebr. II, 10) y “pionero y consumador de la fe” (Heb. XII, 2; en ambos casos la palabrita griega, perdona la pedantería, es “arjegós”, que Alonso Shökel atinó a traducir como “pionero”). Más vale que leas a Pagola. A Ratzinger, tan agustiniano siempre, le cuesta asumirlo y hace malabarismos escolásticos para hablar de mi conciencia, como si temiese decir que yo tuve fe. Tienes que olvidar muchas teologías medievales: que si el sacrificio redentor, que si había que pagar infinitos euros de compensación por la culpa, que si el Siervo de Yavé merece más cuanto más sufre, como dicen al son de las guitarras los de cierto Camino espiritual de moda en tu tierra, o que hay que saborear el sadismo de Mel Gibson en su película...

N. Maestro, me has chafao la homilía de mañana. Pero ya comprenderás que yo no sé decir más que lo de siempre, mientras la gente se impacienta y mira el reloj; la mayoría que viene a misa son mayores y los micrófonos no resuelven el problema del oído, no te imaginas lo difícil que lo tenemos cada domingo. Así que no hay más remedio que abreviar y... repetir lo de siempre. En mi púlpito te quería yo ver mañana...

J. Pues mira, Nicanor, en vez de lo de siempre, diles que hay vida y esperanza para siempre. Diles que el Espíritu de Abba, que me introdujo a mí desde la muerte en esa Vida verdadera, hará lo mismo con todos y cada uno de ellas y ellos cuando mueran. Diles que yo no soy un mitrado gruñón y regañón como ciertos eclesiásticos profetas de calamidades.

N. Lo intentaré, maestro. Pero si graban mi homilía y me denuncian al cancerbero, al cardenal de la Doctrina y su hosco portavoz, ¿qué hago?

J. Pues les recomiendas que lean el evangelio y hablen conmigo cada noche antes de acostarse.

N. De acuerdo, Señor, pero lo pongas como lo pongas, el caso es que el evangelio que toca para mañana es el del grano de trigo que muere. Me dejas hecho un lío.

J. Aún no has entendido, Nicanor. Esa comparación no era para negar la vida, ni atormentaros. Era un autorretrato de lo que pasó conmigo en la Pasión y entrada en la Fuente de la Vida. El grano de trigo no fenece, sino se abre para que broten raíces hacia abajo y tallo hacia arriba; no perece, sino se transforma para fructificar. Morir no es desaparecer, sino dejar que se abra la envoltura, para que vuele la crisálida convertida en mariposa; morir es expandirse, para entrar en la fuente de la vida que lo llena todo en todo.

N. Tienes razón, Jesús. Si les digo esto, quizás se animarán.

J. Naturalmente, hombre, como que esa es tu misión. El papel de mi iglesia no es ser gendarme de moralismos, sino pregonera de esperanzas. No es hacer campañas negativas y condenatorias, sino animar a vivir hasta la muerte y más allá de la muerte.

(Aquí sonó una interferencia y se cortó la comunicación. Al recuperar la onda apareció en pantalla la pagina web del cielo con el rostro del manchego cura Martin Descalzo que cantaba así:)

Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;

tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.”

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