lunes, 28 de septiembre de 2009

Cine: Distrito 9 y Los sustitutos

Distrito 9 no está mal, aunque me esperaba otra cosa; se ve que a los jóvenes les chifla ese punto de vista semidocumental, que sirve sin embargo para distanciar brechtianamente. Nuestra juventud está tan socializada y acostumbrada al lenguaje de youtube que esta manera de narrar les mola, aunque no puedo por menos que recordar lo que dice mi suegra, que tanto movimiento de cámara marea. También está esa necesidad adolescente de metamorfosearse, aunque sea en un monstruo o bicho tan escuchimizado como esos aliens y esas armaduras alienígenas; de mi puedo decir que ya nunca miraré a una cigala de la misma forma después de haber visto esta película; me daría escrúpulos de conciencia comérmela, y sobre todo a ese camaroncito tan simpático que hace el papel de hijo. Al protagonista le pasa lo que al Gregorio Samsa de La Metamorfosis de Franz Kafka. Uno no puede tampoco por menos de pensar en que el escenario sudafricano y chabolístico está creado para ahorrar dinero en decorados y exteriores. El hecho de que los aliens sean más humanos que los humanos es lo más logrado, con ese antipático funcionario medio lelo yendo de un lado para otro y provocando abortos de huevos fertilizados. En fin, una película que recuerda a Alien nation, aunque sólo sea en que el papel de la leche se lo han dado a la comida para gatos. En realidad es una receta: mezclar los géneros, lo cual siempre suele funcionar en taquilla. Eso es lo peor de la película, las plumas que quedan del plumero, que hace que se vea el plumero, la receta de Hollywood para hacer dinero; lo otro, la crítica social, la mala leche de algunas situaciones, es lo que la salva.

En cuanto a Los sustitutos, hay que reconocer que Bruce Willis es cada día mejor actor; al millonario diseñador de robots ya lo había visto interpretar a Cochrane en Primer contacto, una de las películas de Star trek, dirigida por el "Primero" de la saga, y puede pasar por bueno. Pero se reconocen aquí también las recetas empleadas para sacar dinero: Yo robot, por ejemplo (y es sólo uno de los referentes). Es interesante esa primacía de la apariencia, de ser un muñeco más real que la realidad misma, de ser más careta que cara, como le ocurre a la esposa de Willis, o al homosexual que utiliza el cuerpo de una mujer para ser él mismo, y las ventajas que puede reportar en evitar el crimen y la siniestrabilidad laboral. La última frase de la película está mal traducida; "ahora somos únicos" habría sido mejor que "ahora estamos solos".

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