Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.
Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.
Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado de estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado.
lunes, 19 de octubre de 2009
Estar cansado
El muy anglosajonizado Lewis Cernuda escribía en su poema Estoy cansado (la frase que, por demás, repetía el simbólico y gigantesco indio de Alguien voló sobre el nido del cuco) que estarlo tenía plumas como un loro. Cuando un loro está triste se las arranca y se queda pelado, como Luis Cernuda y como Ícaro, el primero de los románticos quemados por el fuego de infierno de un excesivo entusiasmo juvenil. Y cuando uno está cansado repite las cosas como un abuelo Cebolleta y se cansa más todavía, aunque, como dice L. C., más cansado sería estar muerto. Por supuesto, las plumas a las que alude Cernuda tienen más que ver con el nombre de pila de su amante de entonces, el actor Serafín Fernández Ferro que con los ángeles de Rilke, que también.
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