viernes, 20 de noviembre de 2009

El congreso de imputados

En esta demonocracia hay trescientos cincuenta casos de corrupción en un partido y doscientos en el otro; me importa un pepino el partido que sea, porque también hay diferencias de calidad y no de cantidad. Son, eso sí, demasiados, y si calculamos que sólo asoma el diez por ciento de la mierda, espeluzna hasta dónde hemos llegado. El sistema está desacreditado, que no en crisis, y es preciso reformar la Constitución, porque no hay modo de reformar con ella a esos indecentes políticos que sufrimos y no merecemos. Quitar el Senado, suprimir las autonomías o consagrar un estado federal y castigar como se debe el despropósito político más severamente que el individual son premisas indiscutibles, así como permitir que el defensor del pueblo pueda llevar a cabo investigaciones y denuncias y purificar el sistema de financiación de partidos y prohibir que los cargos políticos puedan luego lucrarse con cargos económicos, por ejemplo en consejos de administración.

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