martes, 15 de diciembre de 2009

El planeta de los nimios


Porque eso es lo que somos para los que mandan: nimios. Como decía Espronceda, "que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?" Ese cadáver puede ser el de Haidar o más bien puede ser el suyo, si es lo bastante nimio, ya que usted no tiene la repercusión mediática ni los padrinos musulmanes que sufragan la protesta de Haidar. Qué importa. Los que poseen el poder, u ostentan la increíble soberbia de creerse capaces de gobernarnos a todos, se permiten ignorar los casos individuales para gobernar sólo a mayorías, a manadas que además los aclaman con la boca abierta y los ojos fijos en la televisión, la radio, el periódico. Los demás son nimios, inimportantes, futesas, naderías, palabras marginales que se lleva el viento de la historia, carne de sepultura. Para permanecer en su soberbia, para no compartir su egolatría, mienten, estafan, roban, pegan, secuestran, intimidan, violan y encarcelan; nadie podría enseñarles humildad sino a la fuerza. Si se creen humildes, es para sacar más partido a su soberbia; prueba de ello es que no comparten nada. ¿Para qué queremos políticos que no quieren compartir el poder, que no se ponen de acuerdo? ¿No es un político el que logra un acuerdo, el que suma y no resta? Pues más valen dos políticos que uno solo, y más que dos o más políticos muchos o ninguno.

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