lunes, 21 de diciembre de 2009

Qué sé yo


O yo qué sé. Era el mote del escudo de Montaigne, un hombre incapaz de no pensar en nada. Dudaba y dudaba, daba vueltas en espiral sobre sí mismo hasta marearse más que un pato beodo. Hasta el punto de que le daba igual quién fuera el verdadero Martín Guerra; después de todo, hasta a su esposa le daba igual; como decía Borges, "seré fiel a la verdad, o a mi idea particular de la verdad, lo cual, es lo mismo". Donde dice verdad dígase duda. Somos una fe de erratas entre la realidad y la ilusión. La duda y la ignorancia son los principales instrumentos del conocimiento, aunque sean instrumentos incómodos, pues obligan a usar las neuroras espejo, esas que son responsables a fin de cuentas de la empatía, o de la ilusión de empatía, lo cual, es lo mismo.

1 comentario:

  1. La verdad deflacionada

    Hablemos de realidad, insondable para nosotros. Entre dos personas se acumulan millones de cosas que no percibimos y son realidad. El concepto verdad se asocia al eternismo, las personas con mayor peligro son quienes pretenden trascender, perdurar. Somos viento de pueblo.

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