Este es el testimonio escalofriante de algunos compañeros que son profesores visitantes en Philadelphia:
S
Experiencia en S. High School.
El primer día que estuvimos en S. High School nos encontramos primeramente con que no había un departamento de español, sino que dependíamos del departamento de ESOL, con lo que nuestra jefa no tenía mucha idea de los libros que había en la escuela ni de las clases de españool. Las únicas profesoras de español en el centro éramos M., también profesora visitante recién llegada y yo.
Después de preguntar por los libros dos o tres veces, nos ofrecieron unos publicados en los años setenta que, por supuesto, no podíamos utilizar. Una semana más tarde encontramos una habitación con libros porque nos lo aviso otro profesor.
Como nadie nos avisó de las medidas de disciplina que podíamos tomar, se nos colaban constantemente alumnos de otras clases para insultarnos y dejarnos en ridículo. Nadie nos dijo que teníamos que pedir un horario o una identificación de los alumnos, con lo que ellos se presentaban en la clase con el nombre de un estudiante de las listas para torturarte psicologicamente y para pelearse con alguno de los estudiantes verdaderos. Por supuesto que los estudiantes venían sin papel y sin bolígrafo a clase, no era necesario para ellos, ya que su intención no era trabajar sino fastidiar.
Dos días después de empezar la escuela nos encontramos con que había un fuerte olor a mariguana en los pasillos durante toda la mañana. Olor que no se disióno en todo el año.
Nos nombraron un mentor dos meses después de empezar la escuela para ayudarnos con todo tipo de inconvenientes o dudas, era ya un poco tarde para explicar las técnicas de grupo o los procedimientos de la escuela.
Los verdaderon incidentes con el alumnado llegaron la semana anterior a las vacaciones de Navidad:
Con la ayuda de mi mentora conseguí echar de mi clase a un alumno que era una verdadera amenaza. El alumno pensaba que no le entendía y me decía que si le suspendía me iba a esperar fuera de la escuela. Tuve a una profesora asistente en ese grupo que me dijo que no quería volver debido a ese estudiante ya que también la amenazó el primer día que ella estuvo en la clase.
Los pasillos de la escuela, por otra parte, seguían despidiendo el olor permanente a mariguana, los estudiantes pasaban mas tiempo en los pasillos que en sus clases y podías ver como hablaban por los teléfonos moviles para contactar con los traficantes de drogas. También jugaban y apostaban a las cartas. Los policías no daban a basto, ya que había seis para cerca de dos mil alumnos.
Dos días antes de las vacaciones, a las ocho menos cinco de la mañana, dos chicas se presentaron en la clase de M para pegarse. Podíamos escuchar los gritos de ambas niñas y, como no habia vigilancia en los pasillos, se colaron cuarenta estudiantes en la clase para subirse encima de las mesas y empezar a gritar al unisono: “pelea, pelea”. Yo estaba ocupada intentando llamar a seguridad y M consiguión abrirse paso para entrar en su clase.
Después de Navidad pensamos que los ánimos iban a calmarse, pero el verdadero problema ya no estaba dentro de la clase, sino en los pasillos. Seguían entrando alumnos para pegarse con los nuestros.
En febrero, y coincidiendo con el principio del año chino, estaba sentada en mi pupitre y escuché un ruido parecido al de una mecha de petardo miré y, efectivamente era un petardo de tamaño considerable al lado de mi silla. Reaccioné y salté de mi pupitre a tiempo para que el artefacto estallase sin tocarme a mi. La única consecuencia del accidente fue que se me quemón una chaqueta colgada en mi silla. Hablé con mi jefa del departamento y me dijo que ese tipo de incidentes eran communes ya que las tiendas vendian los artefactos para celebrar el Nuevo Año según el calendario chino.
Después del incidente estuve ausente un día y me encontré con que al día siguiente mi clase estaba destrozada. Los posters y los trabajos de los estudiantes estaban en el suelo y habían tirado los libros por la ventana. Mientras algunos estudiantes hacían ejercicios encomendé a dos chicas que me ayudasen a recomponer la clase, volviendo a forrar las pizarras y volviendo a colgar posters con ellas, mientras tanto dos estudiantes, sin que yo los viera y en silencio absoluto habian tirado más libros y mis flashcards por la ventana.
En el mes de marzo lo único que me sucedía es que mis alumnos me insultaban a diario, cuando los decía que necesitaban trabajar para aprobar me decían: “no quiero puta, que te jodan”, con lo que tuve que tomar medidas de disciplina y estar ausente cuatro días ya que, de tensión nerviosa se me pinzaban los músculos de la espalda y no me podía mover bien.
Abril fue un mes relativamente tranquilo y en mayo, debido de nuevo a la poca vigilancia en el pasillo me tiraron una bomba fétida dentro de la clase. Los últimos días del mes apareció un ratón dentro de mi clase. En junio me enteré por otra profesora que los estudiantes lo habían metido allí.
Aparte de estos incidentes personales, había coches de policía en el aparcamiento y nos explicaron que había presos que venían de la cárcel para tomar sus lecciones diarias, a estos se les identificaba porque llevaban tobilleras de seguimiento. El director nos recomendaba altamente que entregasemos las listas informatizadas de los alumnos a diario, ya que uno de los estudiantes habia sido acusado de violacion y se había probado gracias a nuestra efectividad y a entregar dichas listas, que no tenía coartada en el juzgado ya que todos los profesores le habiamos marcado ausente. Tuvieron que sacar de mi clase a una alumna porque vivía constantemente amenazada por otro estudiante de los míos y un día la atracó en la calle. El año pasado una profesora nueva sufrió una agresión en la primera evaluación porque suspendió a una niña. El castigo fue que suspendieron a la chica durante cinco días y después de vuelta al cole.
The Middle States Commission vino el año pasado a validar la escuela, ya que hace cuatro años vinieron y la encontraron en un estado tan lamentable que tuvieron que darle un plazo de tres años para que se pusiera al día.
Este año la escuela se ha reformado bastante: los disciplinarios estan en la tercera y cuarta planta poniendo orden continuamente en los pasillos y no en la planta baja en un despachito como el año pasado. Los pasillos están vigilados por policias en todas las plantas, aunque no en todas las alas del edificio. Los disciplinarios avisaron en una conferencia de que, por favor dejasemos entrar en clase a los niños que lleguen tarde a primera hora de la manana porque si no se van a las alas traseras a fumar mariguana, jugar a las cartas apostando y a hacer sexo oral. Por supuesto que sigue habiendo peleas en la cafetería y en los pasillos, normalmente ocurren los jueves.
A mi personalmente a finales de noviembre una de mis alumnas me sacó al pasillo de un empujón y he sufrido un caso de acoso sexual verbal. Sigo sin libros de texto. Tengo uno y hago fotocopias para todos mis alumnos. Cuando comento que quiero mas libros me contestan siempre del mismo modo: no hay presupuesto.
Estos son los centros donde se envía a los profesores visitantes sin previo aviso y sin garantías de cambio a una escuela major. El año pasado cuando yo fui a hablar a la oficina de contratación para expresar mis deseos de quedarme un año mas en los Estados Unidos, y mi deseo de cambiar de escuela, me dijeron que no se podía garantizar un cambio a una escuela mejor . Se me ofreció la escuela Martin Luther King, que por supuesto rechacé. El mismo centro del que tuvieron que transferir a dos profesores este año.
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P.:S H.S.
Mi experiencia es la siguiente:
Al llegar a Philadelphia no nos habían asignado aún los colegios. Unos días después nos lo dijeron. Es decir, vinimos a U.S.A. sin saber donde ibamos a enseñar. El primer mes fue agonizante para mi, porque
no paraba de recibir información negativa de mi centro, incluidos profesores americanos que han trabajado aquí y también me asustaba la idea de ir sola.Pensabamos que iban a distribuirnos en colegios según la experiencia, para que nos apoyaramos mutuamente.
La acogida de la subdiretora fue buena (claro, la profesora anterior de Spanish estuvo tres meses!!!). Me asignó una buena clase, me dio algunos libros y fin de la ayuda.
La primera semana de clase un profesor se acercó a mi clase (nunca le he vuelto a ver) y me hizo dos regalos: unas entradas para ir a Longwood Gardens y un spray anti-robo (no se como se llaman pero creo que sabeis a lo que me refiero). Me desaconsejaron quedarme en el colegio mas tarde de las 4:30. Esa fue la bienvenida.
Ha habido desinformación total sobre el sistema aquí, sobre los protocolos en los colegios y algunas de nuestras responsabilidades.
En mi colegio ha habido 4 asesinatos este año. No muertes accidentales, sino tiros en la cabeza, atracos y demás incidentes. Personalmente aun no me he puesto a ver los artículos que salen en el periodico sobre Gratz, porque vivo mas feliz en la ignorancia sobre lo que sucede en algunas partes del colegio durante el día. Desde luego que una gran mayoría de mis alumnos acuden a juicios varias veces en el año. Otros dejan de asistir porque tienen que ser internados en centros de desintoxicación…. y un largo etc. que no quiero detallar.
Estoy aprendiendo mucho en este año, gracias a Dios algunos profesores (contados) han sido de mucho apoyo, y eso HA PERMITIDO que me quedara en este centro. Ahora diría que he cogido cariño a los chavales, que ellos no son el problema, sino este sistema basado en el politiqueo más que en el bien comun y la educación. El jefe de mi “Academy” viene repetidas veces a mi clase a darme las gracias por estar aqui, por haber sobrevivido…es que esto es una lucha diaria, y nadie nos aviso!!!!!!
El hecho de que nos den trabajo sin saber lo que nos ofrecen me parece demencial e inadmisible. Cierto es que yo acepté esas condiciones, y por eso escribo esto, para que no le suceda lo mismo a otros candidatos, tal vez la próxima vez el tiro se lo peguen a alguno de ellos.
Al igual que los demás, reescribir lo necesario, preguntar o que haga falta….tengo alguno de los artículos sobre los niños que mataron para adjuntarlos.
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Hasta llegar a Filadelfia no teníamos referencias sobre los centros. Al registrarnos en el hotel nos dieron un sobre con el nombre de la escuela: una de las tres que tenían inicialmente adjudicadas. Desde ese preciso instante empezamos a ver cómo policías, ex-profesores, y administrativos del distrito se echaban las manos a la cabeza y nos decían lo peligroso que era el centro y la zona. Llegamos doce horas después a la oficina de recursos humanos con cinco referencias espeluznantes y preguntamos que qué había de verdad y que dónde nos mandaban. La respuesta fué que la gente exageraba y qué habíamos sido libres a la hora de elegir venir.
Conseguimos una primera toma de contacto con el centro. Hicimos una primera visita: las condiciones del centro eran lamentables: aulas que se intercomunicaban, ausencia de libros y materiales, desorganización
administrativa evidente, a menos de una semana de empezar el curso. En una primera reunión con el personal se comentó la necesidad de que los profesores pasaran por el detector de metales, pues algunos sustitutos el año anterior acudían armados. La publicidad que encontramos en la secretaría del centro, hacía referencia al historial de hechos violentos del instituto, incluyendo la violación de una profesora.Algunos profesores nos comunicaron que íbamos a tener 40 alumnos por clase, y 50 dólares de presupuesto, que procuráramos a toda costa evitar ciertos pasillos y escaleras, porque los estudiantes se drogaban ahí, y que si estábamos preparadas para la agresividad verbal. Nos recomendaron que no llorásemos nunca delante de los alumnos y que nunca, bajo ningún concepto, les diésemos la espalda.
Nos planteamos no aceptar la escuela, y después de mucha insistencia, nos reunimos con el principal. Este nos garantizó unas condiciones de trabajo aceptables: aula, libros, seguridad personal, y nos comunicó que la escuela iba a cambiar de modo radical, porque una agencia privada había tomado la responsabilidad, y que habría presupuesto para el proyecto.
No muy decididas, y contemplando después de una seria conversación con PB que el cambio de escuela era una posibilidad pero que diéramos primero un voto de confianza al proyecto nuevo del centro, empezamos el curso académico.
Desde el principio el caos administrativo y la falta de personal eran brutales. Sólo a un día de empezar tuvimos acceso a la llave del aula, que tuvo que pedir personalmente nuestra coach al director: nadie sabía nada ni se encargaba de nada.Tuvimos que sacar montones de basura, buscar pupitres, etc.
Cuando llegaron los alumnos desde el principio reinó el caos: no tuvieron tarjeta de identidad hasta la tercera semana. Hasta la segunda semana no pudimos encontrar un set de 30 libros cada una. Ante la petición de materiales básicos la respuesta fué siempre la misma: cónmpralos. No teníamos acceso a la fotocopiadora de nuestra planta, que o estaba estropeada o faltaba papel. No tuvimos nada excepto unas clases llenas de alumnos que ni siquiera sabíamos si eran nuestros.
Los insultos y la agresividad verbal fueron permanentes durante todo el tiempo que pasamos ahí. Las peleas fueron otra constante. Nos lanzaron objetos. Nos robaban el poco material que teníamos. Nos teníamos que atrincherar básicamente. Los teléfonos los arrancaban de la pared para que no pudiéramos contactar con la policía.
Las medidas disciplinarias eran inexistentes. Estábamos aisladas en clase sin apoyo de ningún profesor, ni de la administración. Nos robaron objetos personales. Y aterrorizadas, entregamos a un profesor que sí tenía la suerte de contar con un armario con llave tijeras y demás objetos punzantes.
Sospechabamos por el olor la actividad en los pasillos (no había cámaras de seguridad ni personal vigilándolos) y la actitud que muchos estaban drogados. Los insultos de carácter racista fueron permanentes: los niños decían que olía a blanco. Un día una señora trajo ambientador como respuesta, y la falta de respeto por parte del supuesto encargado de la disciplina de la planta era evidente: nos llamaba mamasita delante de los alumnos continuamente. De cada uno de estos hechos fué consciente e informada nuestra coach, que iba informando puntualmente de la situación al distrito.
La situación no sólo no mejoró en la tercera semana sino que fué a peor: el estrés era insostenible. El viernes que hubo un huracán en Filadelfia la situación llegón al paroxismo: los sustitutos se negaron a venir al centro. La situación estaba fuera de control, con peleas en todos los pasillos, y el centro a merced de los alumnos, que entraban, salían sin control. Nos pusieron a sustituir en el sótano. Sin adultos alrededor visibles, pasamos una situación de pánico. Nuestra coach, después de comunicar la situación a PB y considerarla como de peligrosidad, nos dijo que no volviésemos hasta nueva orden.
Después de tomarnos dos días de descanso durante los cuales se nos aseguraba que nos adjudicarían una nueva escuela, Peter Bent nos ordenó volver, mientras se hacían las gestiones oportunas. Antes nuestro problemas de salud causados por el estrés, no lo consideramos posible, y sólo cuando dijimos que no contemplábamos la idea de volver a la misma escuela, que antes nos volvíamos a casa, se nos buscó otra escuela.
En todo este proceso, si no hubiese sido por la documentación aportada y por las gestiones de nuestra coach, y de las autoridades educativas en Nueva York, no se nos hubiera creído a nosotros en ningún momento.
El final de esta historia es que ante el cúmulo de irregularidades, el director y su equipo fueron despedidos poco tiempo después. La historia de nuestra nueva escuela es completamente distinta: no nos podemos quejar de la acogida que tuvimos, ni de la organización del centro, ni de las condiciones básicas de trabajo. Aunque el iniciar un nuevo trabajo supuso un gran esfuerzo de adaptación por nuestra parte.
Nuestra actual escuela sigue apareciendo en la lista de centros conflictivos, no es un alumnado fácil en absoluto, pero no nos hemos sentidos amenazadas físicamente en ningún momento.
Antes de cambiarnos, recibimos una carta en la que todas las partes se comprometían a efectuar el cambio con una condición: que solicitáramos escuela en el mismo periodo en que solicitan los profesores de aquí, en primavera. Según el último e-mail que hemos recibido de W, ésa condición se obvia, no se contempla la posibilidad de que solicitemos plaza, sino que debemos esperar hasta Junio como muy pronto, y que nos digan las plazas “especiales” de que disponen. Esta nueva condición obviamente entra en contradicción con la carta que nos enviaron. Ya no sabemos a qué carta quedarnos, y después de un año de estrés y tras conocer el funcionamiento del programa en Filadelfia, nos tememos que la opción de quedarnos dependa de un mal centro. Ha sido demasiada presión para lo que se supone es un programa de intercambio. Y ya no sabemos si merece la pena aguantar más sinsabores y seguir trabajando en este país.
Espero que os sirva y que entre todos logremos transmitir esta información a quien corresponda o esté interesado.
Yo he vivido en Filadelfia. La situación de marginalidad, pobreza y exclusión social de una importante parte de la población (negra) es flagrante y ayuda a comprender estos textos. Cruzando el puente Franklin, unos pocos kilómetros que separan la ciudad del estado de Nueva Yersey, está Camden, donde murió Walt Whitman, la ciudad más pobre y una de las más azotadas por el crimen de todo Estados Unidos.
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