INCLUSO
Sí, no estoy ausente esta mañana.
No soy el predicado verbal de mi mujer,
ni el atributo de este mundo,
ni el objeto sobre el que se posan los periódicos leídos ayer;
tampoco el constructo de prejuicios y manías que fabrica mi automática desdicha,
ni mucho menos el florero de la rosa y el cardo.
Sí: soy un corazón cabalgando,
el carro del que tiran mis hijos,
un latigazo, un altibajo de pulso sobre el horizonte.
Y si estoy aquí
incluso en el mundo,
es por algo
o por alguien;
aún sigo por el renglón de la calle
y de este verso,
y debo dirigirme a alguna parte de algún todo,
terminar de ausentarme
dibujándome en un plano
como si realmente algo le faltara,
abrir o seguir algún camino,
saltar alguna coma,
pasar página,
llegar a algún punto final.
Puedo controlar ese proceso,
puedo evaluar su resultado,
o puedo dejarlo conducir
por esa sociedad que me da los papeles de la herencia,
pero también los tributos.
Demasiado fácil es dar las riendas al tiempo,
prendernos de sus agujas
y caer concluso
sin haber vivido apenas otro mundo.
Á.R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario