martes, 18 de mayo de 2010

Oh Arrabal

Fernando Arrabal es posiblemente el autor español más universal. Hay quien dice que, por el estilo de su obra, y por su universalidad es un dramaturgo más francés que español. Pero eso es inexacto. Las raíces culturales de Fernando Arrabal, su pasión por España, su antifranquismo que lo llevó a ser procesado en una de sus venidas a España, son netamente españoles; el revuelo internacional que se organizó por la imputación de blasfemia y desacato a Franco fue imponente; y a él se sumaron Camilo José Cela y Vicente Aleixandre, con el vigor y la decisión que en circunstancias tales empleaban el gallego y don Vicente.

Fernando Arrabal se marchó de España porque el ambiente cultural y político lo asfixiaba y porque, por entonces, años cincuenta y sesenta, su filiación era la de "rojo hijo de rojo". En realidad, lo que Arrabal ha sido siempre es un anticomunista y un antifranquista, como reacción anarco a sistemas de poder totalitarios. En París, Arrabal se relacionó pronto con el Teatro del Absurdo de Ionesco y Beckett, fundó el Teatro Pánico y con esas buenas compañías llegó a la cumbre del teatro mundial. A pesar de los desafectos nunca renegó de España y siempre se ha sentido deudor del Siglo de Oro, de la picaresca, de Cervantes y del misticismo de Juan de la Cruz y Teresa de Jesús. Su vena místico-religiosa de los últimos tiempos, cuando llegó a afirmar que se le aparecía la Virgen María, complicó una imagen ya de por sí complicada.

Por encima de todo, Fernando Arrabal es el autor de 'El arquitecto y el emperador de Asiria', 'El cementerio de automóviles', 'El Triciclo' y, más recientemente 'Carta a la madre'; como un martirio chino. O de 'Y pusieron esposas a las flores', libro de cárceles y encierros. El significado universal de Fernando Arrabal, la significación de su obra destacada por Martin Esslin en su libro 'El teatro del absurdo', está por encima de extravagancias y anécdotas circunstanciales. Las corridas de toros son una de sus pasiones y últimamente es seguidor de Morante de la Puebla al que sigue en peregrinación con fervor de aficionado.

Para significar el grado de excelencia alcanzado por Fernando Arrabal reproducimos algunos de los juicios emitidos por grandes de la literatura y el teatro:

Milan Kundera.- ¿Cómo logró usted, oh Arrabal, con unas reglas tan monacalmente sinceras, tan regularmente aplicadas, parecer tan impúdicamente gracioso?. ¿Cómo se las arregló usted para que un personaje tan irreal e imposible, caído de la ruleta de las reglas y de los cálculos, me emocionara hasta el punto de leer sus aventuras tan absolutamente absurdas, sin poder detenerme, de una sentada?.

Ionesco.- Siento un gran afecto por Arrabal y espero poder decir alguna vez por qué me gusta, por qué me encanta su estilo, por qué amo su espíritu barroco, su cultura tan extensa y su persona misma.

Juan Goytisolo.- En un panorama literario tan triste y adocenado como el de la literatura española contemporánea, su frescura, capacidad innovadora y ejemplaridad son únicas. Si no existiese Arrabal, habría que inventarlo.

Milos Forman.- Por lo general odiamos a los demonios. Al menos este es mi caso. Para mi sorpresa hay uno al que una y otra vez invito a que vuelva: Fernando Arrabal. 'Viva la muerte' me obsesiona; Fernando me obsesiona. Y lo amo.

Jorge Lavelli.- Arrabal es un ángel, dentro de la tradición medieval. Tal como en aquellos tiempos se presentaban los ángeles a la memoria colectiva (...) Con el tiempo, la inocencia del ángel se transformó en sabiduría, la luz interior en deslumbramiento, el discurso en verbo y el saber en profecía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario