lunes, 30 de agosto de 2010

La hora final y Señales del futuro


A la gente no se le puede ir diciendo que no hay futuro; te mandarán a hacer puñetas enseguida; y eso es lo que hace, con interpretaciones menos sutiles que La hora final (On the beach) de Stanley Kramer (1959), una película de Alex Proyas como Señales del futuro (Knowing), 2009, cuyo tema, así, en crudo, es el fin de todo, o del mundo, si se prefiere, sin ahorrarse espectacularidades, pero tampoco abusando de ellas, de forma triste y deprimente como la de Kramer, pero sin el consuelo de la resignación ni de la compañía. Porque si un consuelo tiene morirse uno es que al menos vendrán otros más o menos como tú y harán lo mismo y acaso guardarán tu memoria y en todo caso persistirá la raza humana (los últimos versos de Manrique: "Dejonos harto consuelo / su memoria"), pero esta película destruye incluso esa esperanza; el fin será súbito y no habrá tiempo ni siquiera a preguntarse por qué; por esta calidad higiénica debería verla todo el mundo, porque quita todo sentido posible al mal en abstracto y nos muestra con claridad, en su reducción al absurdo (porque la muerte es un absurdo inadjetivable) qué poco somos y lo poco que podemos hacer bien, dejando además bien claro cuán absurdo es el mal, cuánto domina la tierra y cómo ha fracasado la civilización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario