A lo largo de la Historia del Arte pueden encontrarse figuras desclasificadas o que es muy difícil situar en un movimiento o en otro; estos personajes indefinidos poseen un temperamento aglutinador, que se abre por igual a lo viejo que a lo nuevo, y por ello su mirada y su vuelo suele ser más alta que la de sus contemporáneos. Goya es un ejemplo, pero en la Italia de transición entre el Barroco y el Clasicismo podemos encontrar figuras poco valoradas que anuncian el Romanticismo aunque se suelan asociar al Rococó; son por ejemplo Salvator Rosa y el algo posterior Alessandro Magnasco el Lissandrino; de este último pueden verse algunos buenos cuadros que representan escenas bohemias en el museo Lázaro Galdiano, que cuando los vi me dejaron muy impresionado; ahora acabo de descubrir también al napolitano Salvator o Salvatore Rosa, que es muy parecido, aunque de obra más extensa.
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