miércoles, 27 de octubre de 2010

La paradoja de Abilene

Más despropósitos a consecuencia del ridículo espectáculo del orgullo, esa sustancia de la que están hechos los políticos y los dioses. A Pérez Reverte lo revientan a críticas por llamar llorica a Moratinos; también criticaron a Moratinos, y con más fundamento, por haberse gastado un dineral en la cúpula de la ONU en Ginebra. Lo mismo cabe decir por el presunto machismo contra la hembrista Leire, mientras pegan y sacuden al mismo número de mujeres este año que el pasado sin que ella haya logrado nada de nada; lo mismo da que da lo mismo, pero, por curiosidad, ¿a algún periodista o político le importa algo cómo remediar la pobreza en España? Porque de baldones, insultos y honores aplastados sabemos bastante más aquellos de los que nunca se habla. Porque todo el país ha ido a Abilene y esto es una olla de grillos y refomar España exige ser conscientes de que todos hemos ido a Abilene. Más que ocuparnos del derecho a tener derechos, todos tendríamos que ocuparnos en la obligación de tener obligaciones. Pero, claro, Platón me expulsaría de su república como el tirano Dionisio terminó por expulsarlo a él.

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