miércoles, 27 de octubre de 2010

El beneficio de la duda

Fernando Sánchez Dragó va por ahí escribiendo que corrompe menores japonesas y luego se desescribe y arma un follón en España, y se asombra de que se monte la que se ha montado, como si no fuera un especialista en montarlas; el padrino don Berlusconi, que no escribe, y con la agravante de ser jefe de estado, aunque tan gilipollas como Dragó, va por ahí diciéndolo, y en Italia se escandalizan con la boca pequeña y de forma tan falsa como oficial, como ocurre en la tierra de la comedia dell'Arte. Ahora dudan del testimonio de una marroquí que presuntamente se acostó con ese atún Calvo varias veces... ¿Por qué no dudan más bien del testimonio de Berlusconi, que dice es inocente, pero ha incurrido en más contradicciones y ha mentido más a lo largo de sus años que una pobre chica de catorce? Los escritores son diestros en mentir, pero a los políticos no habría que darles el beneficio de la duda, porque son más profesionales que los otros y, en todo caso, bien se tendrían merecido pasarse un tiempo con las sidosas madres superioras de la cárcel. Pero no caerá esa breva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario