lunes, 4 de octubre de 2010
Vae Hispaniae!
Con cuatro millones de parados, más que ningún otro país europeo, la OCDE prevé para el país donde vivo un crecimiento mediocre y el mismo o más paro durante seis o siete años, quizá más. La educación enseña solamente mínimos y pronto no habrá relevo para una generación de técnicos y científicos que está por jubilarse; la única industria boyante es la del ladrillo, que exige poca cualificación profesional, y ahora ni siquiera eso; la televisión y la radio no educan, sino que maleducan; no existe ética alguna entre políticos y empresarios, sino un puro nihilismo africano que nos está acercando peligrosamente al Tercer Mundo. Nadie busca ya el beneficio colectivo, sino su propio interés personal; la familia, los sindicatos y otras instituciones fundamentales que crean cohesión social son atacadas. No existe interés por la cultura, sino todo lo más por el mero espectáculo, cuanto más descerebrado mejor. Los jóvenes se emborrachan o se embrutecen más viendo que practicando deportes. Las chicas cultivan más su apariencia externa que la interna, y una enorme epidemia de mediocridad y bajeza afea espíritus que podrían admirar por su elevación. Los periódicos están vendidos a los bancos, como los políticos. Estos son cada vez más huecos, más vacíos, más aprovechados. Los trabajos no se obtienen por mérito ni capacidad, sino por puro enchufe, dedo o amigoterismo. Por eso la apariencia y la superficialidad es lo que impera sobre la sustancia y el rigor. Todo el mundo está endeudado, y así la economía no da para mucho. La vergüenza y el pundonor han ido a esconderse en los pueblos y entre los humildes de verdad, que hoy en día casi no hay. Algunas familias buscan de noche y en las basuras de los supermecados un pan cotidiano para no tener que medigarlo y las monjas de la caridad, Caritas diocesana y algunas ongs no dan abasto... Y los periódicos hablando de esos parados de larga duración, toda una generación malgastada, sostenidos por sus endeudadas familias y a punto ya de jubilarse de la vida mientras los hijos de papá copan cargos sin mérito alguno... Para qué continuar.
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