El hereje afirmó que en España se practica un anticlericalismo agresivo, y leyendo por pasiva se entiende que los católicos han sido muy agresivos con los no católicos. Pero yo creo que la crítica le hace bien a la iglesia, porque, ¿qué sería de la iglesia si no la criticaran y si no la persiguieran? Que perseguiría y criticaría ella misma a los demás, como históricamente ha sucedido. Después de todo, la fe fue un imperio, y los imperios aplastan que es una barbaridad. Que a la iglesia le sienta bien la persecución lo demuestra la actitud que ha tomado últimamente contra los pederastas, que se debe exclusivamente a la crítica exterior a la iglesia, no precisamente a una corriente que naciera dentro de ella, y ha transformado a la iglesia en algo más puro y espiritual. ¿Es eso malo? Que venga Dios y lo vea. Y que me digan si han conseguido algo parecido los que, en vez de criticar a ciegas a la Iglesia, se ponen sin cesar a cantar sus alabanzas, con lo que lo único que logran es pervertirla y hacerla más hipócrita. Al papa, que no sólo es culto, sino inteligente, no se le ocultaba el hecho, cuando decía "cuánta suciedad hay en la iglesia" y eso de que la penitencia era más necesaria ahora que nunca. La penitencia es una forma de crítica y de autocrítica. Resulta curioso que algunos se quejen de eso, de que la iglesia sea más pura, de que haga penitencia. El mismo Cristo la hacía, siendo quien era. Algunos sacerdotes o, más bien, algunos obispilletes deberían dar gracias por la críticas que reciben, ya que los hacen mejores, y dejar de meterse en hopalandas y casullas de once varas, porque, si no, bien les pasaría lo que a Siagrio, el sucesor del manchego San Ildefonso de Toledo, como cuenta Berceo. Y siempre cabe decir lo que Voltaire: en país de una sola iglesia, es imposible vivir; en país de dos, apenas, porque hay guerra civil, pero allí donde hay treinta, como en Inglaterra, gracias a Dios, hay paz.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Un hereje en Barcelona
El obispo de Roma, que a sí mismo se llama papa, aunque cada cual tiene su padre más o menos dudoso, ha ido a Barcelona a inaugurar la Sagrada Familia. La liturgia, en catalán, me ha gustado, ha sido preciosa. El papa se detenía a cada trecho a saludar a los nenes, que miraban con susto, porque no había paredes cercanas para arrimar el culo. Es verdad que Cristo decía "dejad que los niños se acerquen a mí", y yo no tendría nada que objetar si los sacerdotes fuesen un pan bendito como el mismo Jesús, pero es que algunos clérigos dan grima, como el mismo Benedicto, que para abreviar llamaremos Benito y que es el monarca de lo que tendría que ser una república cristiana. Seguramente quería así expiar uno de los numerosos pecados de la iglesia, que tiene también algunas virtudes, aunque más en sus bases que en sus cimas, una de ellas la defensa de la vida; la defensa de la familia vamos a dejarla, porque formas de amar hay muchas y no todas son del gusto de algunos, empezando por ciertos curas.
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