Un informático en paro se gana la vida como puede vendiendo frutas; es lo único que tiene: su carrito de frutas; pero no tiene dinero para sobornar a las autoridades varias y pagarse el permiso de venta callejera y se lo confiscan; se prende fuego a lo bonzo delante del Ayuntamiento. A los pobres, quitarles lo único que tienen les afecta mucho, sobre todo si encima son sobrecualificados, como este pobre tunecino, porque entonces hay más ironía y recochineo. Si se hubiera muerto enseguida, no habría habido desorden (los muertos rápidos son muy útiles a todo poder), pero estuvo algo así como una semana muriéndose y quejándose, lo que hace más efecto, con lo que hubo una revuelta prodemocracia, o más bien prodecencia, pues el islam no es partidario de igualdades, para lo de siempre: sustituir un tirano por otro, o un tipo de corrupción por otro, quizá más leve, quizá peor. En el Magreb entienden que la democracia es una forma organizada de saqueo, o sea, más o menos lo que entre los políticos nanchegos, pero en popular; todas las cosas se solucionan dando palos al que se mueve, al que no se mueve y al que se deja de mover, como en el imperio turco; en Marruecos, incluso, hay un señor propietario del país al que estas cosas tienen que darle mal fario, por no decir al señor del desierto Gadafi y a otros chupones por el estilo. En el Magreb, como en Méjico, hay que sobornar a la policía para que trabaje de policía, porque los sueldos del estado no dan para vivir. Si te roban algo, soborna a un policía para que te lo recupere; es mejor que esperar a que la justicia funcione.
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