miércoles, 2 de febrero de 2011

Quemados

La gente empieza a quemarse no sólo por dentro, sino por fuera. En Marruecos, cuarenta profesores en paro se rociaron de gasolina y dos consiguieron arder en llamas; los otros se libraron porque la policía los detuvo a tiempo. En Ciudad Real, ardió un moro ante los sindicatos porque tenía problemas de papeles. Arden otros en Túnez, Egipto, Argelia etc... Ya no es que el calentamiento global haga cada vez más parecido el mundo al infierno. Es que (casi) lo es.

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