domingo, 27 de marzo de 2011

Los solitarios estadounidenses

Leyendo cosas sobre los estadounidenses, víctimas del país donde más abogados hay por metro cuadrado y donde está legislada hasta la forma de mear, uno no puede menos que compadecerlos. La represión allí está institucionalizada. La justicia norteamericana me da miedo a mí, que soy español, cuanto más a un narcotraficante hispanoamericano. Si una viejecita se cae en la calle, ningún estadounidense va a socorrerla, porque todos conocen la historia del que lo hizo y fue demandado y arruinado por la viejecita. De ahí que no me extrañe lo que decía un manchego que estuvo viviendo allí, Heras: los estadounidenses se sienten muy solos. La desconfianza ante sus semejantes es ingénita en ellos. Ojalá los americanos fueran como los que pinta Capra en Sucedió una noche (1935), cantando "El joven en el trapecio volante" en el autobús, o como los que se ven en los relatos de William Saroyan.

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