Mi hija me pasa un tubito de pegamento superfuerte para que le abra el tapón, ya que ella, con sus feminiles fuerzas, no puede. Ya lo creo que es superfuerte... Tanto que no he podido abrirlo. Es el negocio perfecto: vender un producto tan bueno que ni siquiera puede consumirse; es más, no puedes reclamar nada.
Suena el río subterráneo de Madrid con el monumental y apabullante montaje de El Muro de Pink Floyd en Madrid y con el terrible y desolador documental Inside job, de Charles Ferguson, narrado por Matt Damon, que desembrolla los tejemanejes de los reyes financieros del mundo capitalista, culpables de la actual crisis, a los que nadie ha reprochado nunca nada y que encima son más ricos que antes.
Ambas noticias son complementarias: el muro entre esos financieros y el resto de la humanidad es el único que debería importar. Pero derrumbarlo es ya tan imposible como abrir un tubo de Superglue. Y no puedes reclamar nada. Ese es el tipo de libertad que da el capitalismo: la de soñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario