martes, 8 de marzo de 2011
Políticos chiflados
A poco que sea alguno un poco sensato, cualquiera que aparezca ante nosotros pretendiendo ser tan máximo y hábil como para poder dirigir bien un país tendría derecho garantizado al pitorreo y una plaza segura en el asilo de dementes peligrosos, con derecho a lobotomía prefrontal. Pero eso es lo que pretenden los chiflados (dejaremos los corruptos para otro post) que figuran en las listas electorales y que quieren salir en cualquier foto, como los paranoicos tocados con el delirio de grandezas, la manía persecutoria y todos esos adornos que forman el dudoso encanto de un Gadafi, aunque en domestiquillo y gris. Nadie puede dictar políticas, sólo el pueblo puede, y desde luego nadie pretende ser gobernado por pocos, sino por la mayor gente posible, la mejor preparada y sin ideologías. Si se trata de resolver problemas, aquello con que se resuelven es lo que debe hacerse. La ley de Jante, tan nórdica que debería ser mediterránea. Parece sencillo, pero es que lo sencillo es siempre lo más difícil de hacer, mientras que la política sólo consiste en complicarlo todo de tal manera que sólo resulte sencillo hacer el ridículo.
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