Hay un pasaje al final de su Interpretación de la historia universal en que José Ortega y Gasset alude al cuento del gitano y el runrún; precisamente el mismo al que dio forma poética un abogado como el ciudarreleño Fernando Camborda a principios del XIX. También lo asocia Ortega a la crisis de legitimidad del derecho. No le falta razón cuando afirma que el Nihilismo, aunque no formule esa palabra, ya era a principios del siglo XX la principal enfermedad de la sociedad europea, pero el hecho de que Camborda lo note ya al final de la Ilustración tiene que hacernos ciertamente reflexionar.
La destrucción universal del Derecho, señores, clama urgentemente al cielo; por eso había con tanta urgencia que clamar. A fuerza de hablar de justitia se ha aniquilado el jus, el Derecho, porque no se ha respetado su esencia, que es la inexorabilidad y la invariabilidad. El reformismo del Derecho, al hacerlo inestable, mudadizo, lo ha estrangulado. Cuando yo escribí La rebelión de las masas, cuando preparaba los artículos que iban a reunirse en un tomo, hace un cuarto de siglo, veía ya cómo germinaba esta catástrofe y procuré en mi libro describirla y formularla. Desde aquella fecha hasta ahora ¿qué ha pasado? El más triste y extremado cumplimiento de los pronósticos. Desde entonces no asistimos a la creación de ningún derecho, sino, al contrario, casi exclusivamente a un quitar los derechos que había. Entre las múltiples fórmulas que yo empleaba entonces para definir este terrible fenómeno quiero recordar a ustedes la más humilde de todas, el humilde cuento gitano: el caso del gitano que va a confesarse y al sacerdote, al preguntarle los mandamientos de la ley de Dios, el gitano le responde:
– Mire usted, padre; yo los iba a aprender, pero he oído por ahí un runrún de que los van a quitar...
Derecho es sólo hoy el runrún de que algo se va a quitar, no es lo que se da, y todo a cuenta de la llamada justicia. Para el romano no había más justicia que la justicia del juez, la justicia intrajurídica; por eso dice que lo justo es justo porque es Derecho. Es la justicia que produce y crea el Derecho, pero no esa vaga e irresponsable cosa de que se habla en los editoriales de los periódicos y en las vociferaciones de los mítines, que haciendo al Derecho inestable, ha quitado de cuajo debajo de los pies de los hombres la tierra firme en que antes se afianzaba, y al faltarle este punto de apoyo ¿qué puede hacer el hombre sino caer? Ya no puede afianzarse en esa tierra firme que era el Derecho y desde la cual podía intentar ser con dignidad. Ahora el Derecho se hace informe y el hombre cae y yo no he visto nunca que alguien que cae de un séptimo piso, mientras cae, sepa caerse con dignidad.. Todo caer es decaer. La destrucción del Derecho no puede producir sino el envilecimiento del hombre
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