jueves, 21 de abril de 2011

Semana Santa

A algunos sorprende que defienda el Catolicismo, a pesar de que nunca se me han ocultado sus tachas y, siempre que he podido, las haya sacado a la luz, pensando que hacía bien a la misma religión; nunca me he podido persuadir de que la verdad no restaure la religión y la purifique volviéndola más libre, higiénica, buena y saludable, aunque no más fuerte, porque la fortaleza de la religión católica reside en su debilidad, en su bondad, en su pobreza, en su apertura generosa hacia todo cuanto es distinto y diferente; la fe no es una roca aislada en medio de la tierra, sino la tierra misma, la fértil y humilde arena: dentro de ella puede crecer algo, pero no en las piedras ni entre las piedras. La tierra perdura más que las piedras, si hemos de ser geólogos de la fe; para los católicos la fe es un tipo de piedra brillante, una gema que ilumina el cosmos; yo creo que la belleza es algo más multiforme y vario. De hecho me parece que, si tuviera que haber un mandamiento suplementario, aparte del inglés "no molesten", podría ponerse este, que es en su fundamento el único verdaderamente corrector: dirás la verdad. Pero el decálogo es más sutil y ambiguo, lo único que dice, y detrás de muchos otros mandamientos, es que "no mentirás". ¿Y si la religión fuera una mentira o tuviese gran parte de ella? Ya lo dijo Pilatos: "¿Qué es la verdad?" ¿Es malo preguntar por ella, intentar buscarla? ¿No la buscaría si no la hubiera encontrado, como escribió San Agustín? ¿Vamos a poner decir la verdad por debajo de creer en Dios? Decir la verdad y no mentir ni dar falso testimonio son dos cosas distintas, muy distintas, vaya que sí; la mentira y la verdad se amalgaman muy bien y se apoyan la una a la otra que da gusto, como si tuvieran entrelazamiento cuántico. Y, quieras que no, velis nolis, como dicen en latín o como de otro modo Catulo, sive id non pote sive pote, no puedo renegar mi historia, mi identidad, mi memoria ni mi cultura, porque están ahí; el catolicismo forma una parte muy importante de mí y de mis valores, una parte a veces muy dolorosa, ya que me es imposible ser sin simetría. Existe la verdad y existe la historia. Y si nosotros mismos, nuestro yo mismo es historia, somos algo fundamentalmente falso frente a una verdad natural fundamental y diferente, como quería Spinoza, y esa verdad nos sería algo fundamentalmente ajeno. 


Otra cosa será el tipo de Catolicismo (que es también parte de algo llamado Cristianismo, como el Cristianismo es parte de algo superior) que adoptemos, porque, si no fuéramos libres, no podríamos ser católicos; la verdad nos hará libres, dice Juan, pero la verdad es algo muy amplio e interminable, y no tenemos suficiente con nuestra pobre vida y nuestro pobre tiempo y nuestro pobre discernimiento para poderla abarcar sino sólo en parte. Como los sabios budistas ciegos que describían un elefante palpando cada uno una parte de él. 


Creo que la Religión forma parte de las Humanidades, es cultura, y me resisto a que desaparezca del currículum académico; cualquiera que prescinda de ella nos empobrecerá no sólo culturalmente: prescindirá de lo que nos hace humanos y mejorar hasta considerarnos parte de lo divino; prescindirá del deseo de algo más allá, de lo trascendente; es lo que llamaba Pascal "la apuesta". Pero también hay que admitir las cuentas de la lechera; la religión se transforma en algo horrible cuando pierde su científica y pobre humildad vestida de hopalandas episcopales, estrangulando con sus rosarios armada hasta los dientes con espadas de cruzado; su fortaleza estriba en su debilidad, en su pobreza, en su caridad, no en su liturgia; eso es precisamente lo que desquiciaba a uno de sus más importantes críticos, Nietzsche, para quien los valores eran algo individual que cada uno se tenía que forjar; no estará de más recordar que Jeffrey Dahmer, uno de los asesinos en serie más famosos por haberse comido los cuerpos de sus víctimas, construyó un altar en su casa y cuando le preguntaron a quién estaba dedicado dijo: a mí. Uno tiene que respetar una voluntad superior que le aliene mejorándolo, no empeorándolo. Y el bien que hay fuera de nosotros es mucho mejor y más objetivo que el que hay dentro. La religión crea cohesión social, y no me extrañaría que la evolución nos hubiera dirigido a esto porque es una ventaja evolutiva. En el fondo, Dawkins y sus oponentes podrían de estar de acuerdo en esto. Hay muchos tipos de religión y de creyentes, y la religión católica no es la única; si se tiene que dar dentro del currículum oficial y cómo ya es otra cuestión. 


Por eso critico lo malo que tiene el Catolicismo, sobre todo su enorme, espectacular y cobarde hipocresía, pero también soy el primero en alabar lo bueno que posee: la caridad, la pobreza, la humildad, su amor o caridad a los necesitados, oprimidos y excluidos. Cristo siempre andaba entre hambrientos, enfermos, ladrones y prostitutas.

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