De Antonio M. Figueras:
Al calor de este fenómeno tuitero y reivindicativo que llena los centros de las capitales con proclamas de cambio han tomado la palabra (o el micrófono) los opinadores profesionales y los agraviados para llevar cada uno el agua a su molino. Ya se ha comentado en este blog que nuestras palabras no son inocentes, casi nunca, que son armas cargadas de intención, que lo que decimos nos retrata, a veces sin darnos cuenta.
Por ejemplo, el título de este post alude (retóricamente) a lo sucedido en 1968 en las calles de París. El mayo francés es un símbolo (literario/político) recurrente entre las personas con cierto toque decadente y romántico. Yo creo que no sirvió para nada, pero la poesía tampoco vale para nada, lo que le confiere un gran valor revolucionario. Aunque todavía no queda claro cuál será el “trending topic” por el que se conocerá este movimiento, las calificaciones recibidas ponen a cada uno en su sitio (sobre todo a los proferidores).
Los hay que solamente ven etarras, perrosflauta, antisistema, algo peor que chusma, entre los acampados. Son aquellos que no entienden las diferencias. También alguno piensa que Rubalcaba está detrás de todo. Incluso podemos escuchar que se pretende dar un vuelco a las encuestas,una especie de golpe de Estado. Entran en el apartado de conspiranoicos. Para ellos, todo obedece a una gran trama. Son los que lamentarán toda la vida que los autores de los atentados del 11-M fueran salafistas y siguen soñando con nuevas pruebas. Luego nos encontramos concomprensivos padres de la patria sosteniendo los mismos mensajes o entendiendo la indignación. No se han dado cuenta que ellos también están en la diana del descontento. Además se augura que todo quedará en nada. Y es cierto, como Zapatero o Rajoy, que cuando el sol se extinga nadie hablará de ellos.
Parece que asusta el debate. Resulta normal que con un paro de cerca de cinco millones y un porcentaje bestial de desempleo juvenil algo sucediera. Es razonable que se pueda replantear la ley electoral. O que el sistema financiero, contribuyente en gran medida a la crisis mundial, provoque alipori. Y entra dentro de la lógica que muchos ciudadanos (jóvenes, parados, jubilados, bebedores de agua mineral o licenciados) no se vean representados por los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales o religiosas. ¿Por qué tanto miedo al cambio? ¿A mejorar? ¿Se puede aprender algo de esta generación? Sí. Sólo hace falta creer en el porvenir.
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