martes, 2 de agosto de 2011

Texto sobre la Santa Hermandad vieja

Hala, otro texto histórico de Lope de Vega, en que expone la creación de la Santa Hermandad vieja de Ciudad Real, Toledo y Talavera de la Reina. El texto procede de Las dos bandoleras y fundación de la Santa Hermandad de Toledo:


En los montes toledanos 
y en Sierra Morena hicieron 
mil escuadras de ladrones 
los Golfines bandoleros: 


asolaban los ganados, 
mataban los pasajeros, 
destruían las colmenas 
y saqueaban los pueblos; 


forzaban a las mujeres 
como tiranos soberbios 
y, viendo que no podia 
poner al daño remedio


nuestro rey, los ciudadanos, 
colmeneros y hombres buenos 
levantaron una escuadra 
de mil robustos mancebos 


y, por guardar nuestra hacienda, 
repartiendo en cinco puestos 
por escuadras nuestra gente, 
llevé a mi cargo doscientos, 


fuimos corriendo los Montes 
y, en lo más áspero dellos, 
hallábamos los ladrones 
grande resistencia haciendo. 


Aquí se prendían veinte, 
allí treinta, acullá ciento 
y, sin pasar adelante, 
se hacía justicia dellos,


que, en los árboles colgados 
para mayor escarmiento, 
por blanco de nuestras flechas 
asaetados se vieron. 


Con este mismo castigo 
murieron mil y quinientos; 
limpiamos toda la tierra 
y los Montes de Toledo; 


hermandados a este fin 
los hermanos colmeneros, 
propusimos ser hermanos 
y, porque tuviese efecto 


nuestra hermandad levantada, 
fuimos al Rey, que, sabiendo 
la causa de esta justicia, 
la Hermandad confirmó luego 


dándonos para seguro 
aqueste Real privilegio
cuyas libertades justas 
confirmó su mismo sello 


para su mayor abono; 
y, pues es santo el intento 
y tú lo eres, confirma 
de la Hermandad el derecho.


Al final del segundo acto, como bien señala MenPel, viene un texto magistral en que la serenidad de una serranilla termina cortada por un vívido rayo trágico al más puro estilo romancesco:



    Soy una humilde serrana

que por estos montes ando,
donde, las fieras cazando,
busco la más inhumana.
    En esta sierra presente
tengo una pequeña choza,
y allí mi vida se goza
apartada de la gente.
    En lo alto de su cumbre
está mi choza pajiza,
a cuya corona enriza
del sol la primera lumbre.
    -Que sois ángel yo recelo,
que en vuestra luz lo mostráis
y es cierto, pues habitáis
tan cerca del sol del cielo.
    Si yo mereciera ser
huésped de aquesa posada,
¿qué fortuna más preciada
se pudiera pretender?
    -Vuestro trato cortesano
me ha obligado, caballero,
y así mi posada quiero
daros, pues en ello gano.
    No os faltará allí el conejo,
la perdiz, ni la paloma
pues, antes que el sol asoma,
sin caza ese monte dejo.
    -¡Dichoso el que mereció
vuestro favor, gloria mía!
-Esto me dijo algún día
el traidor que me engañó. 

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