domingo, 16 de octubre de 2011

Brújula loca


Reformulación y epítome de diversas cosas leídas por ahí:

Los periodistas y quienes no terminan de ver ni una sola bondad en quienes protestan por el estado actual de cosas suelen recurrir al Muro, al Comunismo, a Marx o a cualquiera de los clichés ideológicos que algún día pertenecieron a parte de la izquierda, pero los que protestan tienen muy claro que el futuro de cada uno recae en su propio esfuerzo personal; lo que se exige a los gobiernos no es que den una paga vitalicia por no hacer nada, sino que gobiernen para el beneficio de la mayoría y no de ese 1%. No relevos, sino cambios. Nadie pretende tirar la democracia sino mejorarla, darle un sentido al voto; ahora mismo es sólo un gesto; pretender dar lecciones sobre ciertos temas aparenta tanto saber y madurez que puede resultar ridículo si no se acompaña de un pensamiento un poco más profundo que el que lucen los defensores del "inmejorable" sistema actual, recordando al ingenuo sistema de Leibniz, el del mejor de los mundos posibles y al Pangloss de Voltaire. Es fácil permanecer como el iconoclasta del grupo, el contrario al sistema, el rompedor de moldes, cuando no tienes responsabilidad de gobierno y poder, o tienes poca. Al final, sea el partido que sea, alcanzado el poder sufrirá de los mismos defectos/virtudes que los que hoy nos parecen tan nefastos. Hay que mejorar lo presente, porque es francamente mejorable, pero en esa mejora se está empezando a ver que el elemento ético, y no político, es esencial, y que hace falta un rayo o varios rayos concretos que surjan de la nube de las buenas intenciones; se espera escuchar aún una alternativa al estado actual de las cosas que parezca viable o no dé miedo. Entiendo cuando se dice que nada va a cambiar, pero creo que, y alguna gente empieza a darse  cuenta de ello, las cosas están cambiando ya. No por la fuerza de las manifestaciones, sino por las razones que da la pura necesidad y el agotamiento, el no poder ir más allá haciéndolo todo en la forma en que se ha venido haciendo hasta ahora. La "indignación" general obvía lo más importante, el que, al indignarse, se sitúa en un nivel más alto que no sólo incluye a los indignados, sino a todo el mundo, y "todo el mundo" es seis mil millones de personas que no puede resolver nuestros problemas simplemente torciendo la voluntad de un gobierno parcial sin ver la continuidad de lo que hay más allá de nosotros y especialmente del grupo privilegiado y reducido del mundo desarrollado que tiene la mayor parte de la responsabilidad en ello: sin ver eso no vemos nada. No podremos vivir como lo han hecho nuestros padres, nos indignemos lo que nos indignemos. Creo que hay que empezar a pensar no sólo en si los malos datos que nos caen todos los días son fruto de la incompetencia o si, además, lo son de la incapacidad. Me pregunto si estamos entrando en una etapa de problemas cuya magnitud supera por completo a los políticos. ¿Por qué Cleavage sólo habla de reeditar el éxito del 96? Pero ¿cómo? ¿Acaso tiene algo que ver, no ya España sino el Mundo de hoy, con el de hace quince años? 

1 comentario:

  1. No estamos perdidos

    La brújula será necesaria para quienes usan términos como bondad, justicia, ética y política, sin enterarse de qué está en juego. Siento encararme, pero juzgo necesario plantar para recoger.

    La norma desde siempre fue representación por impuestos, es decir, ostentan la representación los que sufragan el aparato del estado, o dicho de otra forma, solamente se escucha al que paga y ese pagano es quien exige ser escuchado. Los estados actuales se sufragan mejor en el parqué que en el foro y por eso escuchan al parqué y no al foro. En realidad, la turba es consciente de ello y ya dice: no nos representan, pero como antaño: ellos no necesitan de los indignados y si molestan demasiado, ya sabemos la fórmula: se compra a la mitad para que frene a la otra mitad, nada más sencillo. Otra cosa sería inaudita.

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