miércoles, 5 de octubre de 2011
Una conspiración respiratoria
He asistido a una especie de conspiración para derrocar al gobierno de este país y cambiar su Constitución por otra más representativa. Suena muy radical, pero eso es lo que era. Éramos más de veinte, aunque con intenciones muy poco terroristas, porque todos parecíamos buena gente... creo. Acudí a la barra y me quedé perplejo por la forma que tenían muchos de pedir algo: "Algo que no tenga alcohol, por favor". "Sin excipientes". "Algo de origen vegetal"... Debían ser unos veganos chalados, pero no no, eran sólo unos verdes, unos frikis conservacionistas, quizá esos brotes verdes a los que nunca en su vida aludieron ni Shoemaker ni Cleavage. Muchos no pudieron venir porque tenían que hacer cosas de aguírrete y no te menees (Aguirre es que es muy aguirrada para la educancia y cuando se pone jodía, aguirre y vámonos). Algunos tenían pasado político, otros eran del 15-M, incluso había un tipo con una enorme cara de sospechoso y enano infiltrado (creo que era yo). Había mucha horizontalidad y transversalidad, incluso circularidad y tangencialidad, pero poca secantez. Hicimos una hoja de ruta un poco confusa para mandar a hacer puñetas a todos esos gilipollas que nos gobiernan, lo cual, con estas leyes, parece, si no dificultoso, casi imposible. Yo ofrecí lo que menos se puede dar, un suelo donde caerse muerto. "Veremos", dijo un ciego. Tienen todas mis bendiciones, aunque maldita sea si sé si servirán para algo, porque yo no sirvo para nada. Paloma lamentó que no le trajera una camiseta.
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