martes, 27 de diciembre de 2011

Seven

Los confesores medievales afirmaban que el examen de conciencia debía seguir un orden, por ejemplo el de los siete pecados capitales. A mí siempre me intrigó por qué en esa lista no entraba la mentira o hipocresía, que está por debajo de otros mandamientos en el decálogo que se trajo de souvenir Moisés tras asistir a la representación de la zarzuela ardiente; quizá porque las mentiras de superior categoría no entraban en el saco. Pero no sé por qué digo esto, ya que creo en Dios y cada vez más en su iglesia, aunque me cuesta, carajo, cuánto me cuesta.


Decía que había que seguir un orden. Si me cuesta tanto creer es que debo pecar sobre todo de Soberbia; es cierto, he faltado a casi todos los preceptos y he sido un desobediente y un ilegítimista toda mi vida, es más, hasta me he desobedecido a mí mismo innumerables veces; pero Dios debe ser como mi señora: es imposible decirle que no o agárrate y no te menees, que terminarás recitando la cartilla. Mi señora sí que es soberbia


¿Gula? Es un pecado que lleva en sí mismo el pesadísimo castigo. ¿Ira? Antes mucha, pero difusa y sin objetivo concreto, por lo que volvía hacia mí; he sido muy receptivo a mi propia autocrítica, incluso bastante autodestructor. Ahora, poca y justificada, sobre todo contra los gilipollas, a los que no soporto: es algo visceral; también es verdad que a veces no me soporto a mí mismo. ¿Lujuria? Es pecado muy venial; a mí hasta me molesta más que me complace, pero he de reconocer que mis hormonas no saben nada de moralina y se me van los ojos tras los contornos; hasta cogería una silla y me sentaría a contemplar a algunas mujeres pasar desfilando por la calle y llenándome la cabeza de tonterías, fanfarrias y narrativa; si eso es lujuria, soy pecador, pero a mí me parece que es solamente estética y joie de vivre. En cuanto a la Envidia, tengo de la santa, como el pobre Cervantes, pero a veces el negro Leopardi que hay en mí me hace envidiar a los muertos. Pereza, ahí me has dado, siempre me ha costado demasiado trabajo caer en ella. Codicia, sólo de conocimientos, de amor, de belleza.

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