martes, 28 de febrero de 2012

La ley y lo justo

Hay dos fuentes del derecho: la costumbre y la naturaleza. Una cosa es la ley y otra cosa lo justo. Tan sutil distinción la conocía muy bien Thomas Paine al afirmar que las leyes viejas no pueden obligar a pueblos nuevos que, entre otras cosas, deben hacerse su propia ley o adaptarla a las nuevas circunstancias. Lo que no se hizo, o se hizo mal, en España, para garantizar la impunidad de algunos, algo no justo por legal que sea. Y el primer principio del derecho penal es que el delito no quede impune. ¿Es que hay delito? Contra lo justo, no contra la ley: el de los políticos que prometieron impunidad a quienes no la merecían. Eso no pasó en la Alemania del Este, pero ha pasado en España. Y con Garzón los jueces han aplicado mecánicamente los principios del derecho consuetudinario o positivo en vez de los principios de derecho universal o natural. Y el derecho universal o natural es, siempre, más justo que legal. Si hubieran hecho otra cosa no habrían sido legales, sino justos. Algo que un juez español no puede ser, pero debía; como hizo Garzón.

1 comentario:

  1. Tururú

    La única fuente de derecho es el poder para aplicarlo (ver natura cuando hay necesidad o riesgo). Voy recto porque puedo.

    El poder puede ser legítimo o ilegítimo (aquí viene legis que no es directum, la primera es meditación sobre aspectos de la convivencia previsibles, el poder lo hace por que se previó la contingencia, el segundo es el camino más recto para solventar la cosa, quizá no contenida en la legislación, tal vez sí).

    Los legitimistas del poder hablan de autoritas, su prima lejana o mejor su amante esporádica. A esta es a la que persiguen algunas cabezas bien amuebladas, como las casas donde viven, pues sin sofá es difícil meditar. Pero autoritas es sencilla, no gusta de alharacas y, claro, es tan sosa que los príncipes azules solamente la sacan a bailar en ocasiones señaladas por necesidad o riesgo.

    Respecto a la costumbre, no hay otra más enraizada que tomar la justicia por su mano. En el fondo, se ha sustituído la propiedad de la mano ejecutora: de la propia a la institucionalizada. ¡Hasta tenemos un Tribunal Penal Internacional!

    Llegó la complicación ¿ahora resulta que aplicarse con lustitia hasta donde pueda llegar nuestra presencia es responsabilidad de cada sujeto consciente? ¿ahora resulta que la responsabilidad por la existencia impune de Obiang, el atropello del Tibet, Guantánamo, Fidel o los talibanes también depende de cómo me lleve con la mujer de ojos vendados? ¿De cómo interaccionan con ella miles de millones de pares de manos, depende la pequeña delicuencia?
    No olvido que hay delitos inevitables, véase natura, pero legis puede con ellos, otros sin embargo son responsabilidad del total, desigualmente compartida claro está. Pero lo justo, es la suma de la justicia que seamos capaces de tomar por nuestra mano, de la justicia aplicada a los actos de cada cual. Un superviviente de un ataque aéreo sobre población civil se preguntaba: A veces pienso ¿esos que lanzaban las bombas sobre el hospital bien señalizado tuvieron madre?
    Son tantos los pares de manos que contribuyeron a ello, desde la fábrica al pozo petrolífero, de la mina a la fragua, de la idea a la palabra. Tantos, que quitar (porque se puede) un par de enmedio ni se nota. Véase Falcone y esos millones de desconocidos amantes de autoritas. Mi respeto.

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