Escandell, a propósito de la famosa definición de estilo del poeta lakista Coleridge, propone que la literariedad se halle según la pragmática en las implicaturas débiles del lenguaje figurado:
"La prueba infalible de un estilo irreprochable es su intraducibilidad en palabras de la misma lengua sin detrimento de su significado. Adviértase, empero, que incluyo en el significado de una palabra no sólo su objeto correspondiente, sino igualmente todas las asociaciones que evoca", Samuel Taylor Coleridge
Para Sperber y Wilson las implicaturas son
representaciones de algún hecho del mundo “real” que el emisor trata de hacer
manifiesto a su interlocutor sin expresarlo explícitamente. Las fuentes de las
que proceden las implicaturas pueden ser de varios tipos: pueden tomarse
directamente del contexto, recuperarse del conocimiento enciclopédico
almacenado en la memoria o deducirse por inferencia a partir de las
explicaturas (el contenido que se comunica explícitamente por medio del enunciado) y el contexto. La dificultad mayor que encuentra la pragmática a la hora de tratar los textos literarios es precisamente el tratamiento creativo y metafórico del lenguaje, el significado antropológico y mítico que subsede en él, y hace posible la intersubjetividad en la lectura más allá del propio lenguaje, en empatía profunda.
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