En El último refugio (1941) una película noire clásica escrita por el novelista policiaco Burnett y por el director John Huston, narrada con su habitual concisión por el tuerto Raoul Walsh (1941) y protagonizada por Bogart y una bellísima Ida Lupino, hay un personaje menor que es todo un símbolo. Es el perro "Pard", al que comparan con la Desgracia porque siempre va detrás del que marcha mal. Es el perro Destino, siempre correteando detrás de los personajes y causándoles la muerte. Por eso siempre es un perro abandonado. Nadie quiere a ese perro perdido que atrae tanto la desgracia como la compasión, salvo la pobre pareja de gángsters que, al igual que él, anda perdida en un mundo horrible del que no puede escapar. Tal vez este verbo último sea la respuesta: el perro Pard no persigue nada, sino que huye.
¿Por qué la desgracia persigue de un modo tan contumaz a los que huyen de ella?
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