Ha vuelto Déxter Morgan, algo desengañado: "Lo mío no es la piedad", dice. El caso es que hay un mocoso que intentaba poner a la Universidad Española por donde debía estar: por las nubes. Como es natural, este despabilado e interesante muchacho estudió un ciclo medio de FP y subsistía del único modo que puede subsistir un chico despabilado en un país con tanto paro juvenil: ganando partidas de póker electrónico; ese es el futuro de este país-basura: Euro/Alcorcón/Las Vegas/Adelson. Puro juego.
Porque el muchachito quería, a lo Déxter, pero jugando, no más que matar asesinos, presuntos profes y alus universi-arios. Si el chico se sentía tan mediocre es que no debía serlo (para sentirse mediocre hace falta una sensibilidad de la que carecen los mediocres); acaso merecía mejor futuro que el noviciado entre barrotes, voceras, abades y porculizadores varios, destino reservado al gualdrapa de cualquier laya. Lástima no hubiera enseñado en la universidad; igual terminaba volando por las nubes, como Heidi.
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