William Saroyan, en Un tal Rock Wagram, 1960:
Todo hombre es un buen hombre en un mundo malo. Ningún hombre cambia el mundo. Todo hombre cambia del bien al mal o del mal al bien una y otra vez durante su vida y, al final, muere. Pero, sin importar cómo o por qué o cuándo cambia, el hombre continúa siendo un buen hombre en un mundo malo y él lo sabe. Toda la vida el hombre lucha contra la muerte y al fin pierde la pelea, habiendo sabido siempre que la perdería. La soledad es el tributo y el fracaso de todo hombre.
El hombre que intenta escapar de la soledad, es un lunático.
El hombre que no sabe que todo es fracaso, es un estúpido.
El hombre que no se ríe de todas estas cosas, es un pelmazo.
Pero el lunático es un buen hombre y también el estúpido y el pelmazo, y cada uno de ellos lo sabe. Todo hombre es inocente y, en última instancia, un lunático solitario, un estúpido solitario o un pelmazo solitario.
El hombre que intenta escapar de la soledad, es un lunático.
El hombre que no sabe que todo es fracaso, es un estúpido.
El hombre que no se ríe de todas estas cosas, es un pelmazo.
Pero el lunático es un buen hombre y también el estúpido y el pelmazo, y cada uno de ellos lo sabe. Todo hombre es inocente y, en última instancia, un lunático solitario, un estúpido solitario o un pelmazo solitario.
Y, sin embargo, el hombre tiene un sentido. La vida que vive todo hombre tiene un sentido. Un sentido secreto y patético si no fuese por las mentiras del arte.
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