El coronel D. Ventura Ximénez se hace cada día más temible a los franceses: no solo logró poner en vergonzosa fuga a los que ocupaban a Puertollano, sino que después de cogerles un rico botín en Miguelturra, pasó a Ciudad Real, en donde había de 150 a 200, a quienes hizo una llamada, presentándoles solo doce hombres con intento de sacarlos fuera de la ciudad y cortarlos; salieron; mas a tan corta distancia, que por pronto que avanzó todo el escuadrón pudieron volver a entrar y correr a hacerse fuertes en el Hospicio. Los valientes patriotas se entusiasmaron en términos que, entrando uno por las puertas que los enemigos habían cerrado y ellos quemaron, y otros por encima de las murallas, cercaron el hospicio e hicieron fuego por todas las bocas calles durante tres horas, matando e hiriendo bastantes franceses: por nuestra parte solo hubo un herido. Al anochecer se retiró el escuadrón y se situó alrededor de la muralla a donde dice Ximénez "existo y existiré hasta que dé fin de ellos, e impida todas sus comunicaciones." En el camino interceptó un arriero que conducía varios efectos y papeles interesantes. Tal es, en suma, el contenido: del oficio que en fecha del 18 último dirige el citado coronel desde Porzuna a la Junta de Extremadura...
"Noticias del reino", en Diario Mercantil de Cádiz (18-VII-1810), p. 3:
Por un partidario manchego que llegó el 7 a Badajoz, se sabe que el presbítero Don Francisco Ureña, comandante de la partida de cruzada de La Mancha, cercó a Ciudad Real el 29 pasado y, después de haber muerto 90 franceses que salieron para Almagro, tiene encerrada la guarnición en el Hospicio, donde solo se conserva sin tapiar la puerta que dirige hacia el camino de Daimiel.
"Noticias del reino", en Diario Mercantil de Cádiz (18-VII-1810), p. 3:
Por un partidario manchego que llegó el 7 a Badajoz, se sabe que el presbítero Don Francisco Ureña, comandante de la partida de cruzada de La Mancha, cercó a Ciudad Real el 29 pasado y, después de haber muerto 90 franceses que salieron para Almagro, tiene encerrada la guarnición en el Hospicio, donde solo se conserva sin tapiar la puerta que dirige hacia el camino de Daimiel.
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