Pero mucho me temo que no lo harán; seguirán tan cabezotas como siempre (este siempre es muy largo: dura ya siglos) y confundiendo ideas con intereses y privilegios. Hace ya tiempo que podría haberse hecho, pero han sido víctimas de su mediocridad, de su cortoplacismo y del dinero (sí, del dinero; también lo podéis llamar bancos o capitalismo, si queréis). Las momias de partidos como PP y PSOE lo impidieron: son parte del problema y no de la solución. Prueba de ello es que dicen que el problema (su problema, no el nuestro) somos nosotros, sus votantes o novotantes. Prisioneros de su narcisismo, ellos nunca tienen la culpa de nada y si meten la pata siguen allí, tan campantes; no se ha visto alergia a la dimisión como la española; en Dinamarca puede dimitir una ministra por pasar al estado la cuenta de unas chocolatinas; aquí eso parece inventado.
Era más fácil (o menos difícil) solucionar la corrupción que el paro (algo que reclama más coraje), y sanear el sistema político, averiado por la persistencia de sus intereses y privilegios, pero no lo hicieron; creo incluso que no lo harán y seguirán así todavía durante años sostenidos por las mentiras hasta que cobren su numerosa pensión y sean sustituidos por el mero cansancio; el senado, ese error, ahora en poder absoluto del PP, lo impedirá.
La pensión es el sentido de la vida acá entre nos. Es como un cielo pagano para nuestra mediocre clase media, mientras que para los pobres es solo una forma para alimentar a sus hijos y sus nietos para que no desesperen; pero la pensión ahora ha ido a llenar el agujero de los bancos. Hemos sido víctimas de su mirada corta, de sus ganas de medrar a costa del que empobrecen y su absolutamente vacua idea de España, heredada en el fondo del militar que asoló este país hasta que los extranjeros que fueron a visitarnos y los emigrantes que se marcharon fuera lo levantaron, mientras los que habían saqueado el dinero de los demás, catalanes y vascos sobre todo, se lo llevaban fuera también impidiendo que aquí fructificara para levantar el país. Legítimos o ilegítimos hijos suyos, desde Manuel Fraga y José María Aznar y Felipe González y Alfonso Guerra hasta los de ahora, ninguno ha creído jamás en la democracia, el pueblo o la justicia. Ninguno ha creído en España aunque se les llene la boca con su nombre; solo han creído en su negociete y en su tinglado. Su mentalidad ha sido tan predatoria y burguesil como la del viejo que murió en la cama el veinte de noviembre de 1975.
La pensión es el sentido de la vida acá entre nos. Es como un cielo pagano para nuestra mediocre clase media, mientras que para los pobres es solo una forma para alimentar a sus hijos y sus nietos para que no desesperen; pero la pensión ahora ha ido a llenar el agujero de los bancos. Hemos sido víctimas de su mirada corta, de sus ganas de medrar a costa del que empobrecen y su absolutamente vacua idea de España, heredada en el fondo del militar que asoló este país hasta que los extranjeros que fueron a visitarnos y los emigrantes que se marcharon fuera lo levantaron, mientras los que habían saqueado el dinero de los demás, catalanes y vascos sobre todo, se lo llevaban fuera también impidiendo que aquí fructificara para levantar el país. Legítimos o ilegítimos hijos suyos, desde Manuel Fraga y José María Aznar y Felipe González y Alfonso Guerra hasta los de ahora, ninguno ha creído jamás en la democracia, el pueblo o la justicia. Ninguno ha creído en España aunque se les llene la boca con su nombre; solo han creído en su negociete y en su tinglado. Su mentalidad ha sido tan predatoria y burguesil como la del viejo que murió en la cama el veinte de noviembre de 1975.
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