lunes, 21 de diciembre de 2015

El tetris electoral

Si algo ha quedado claro en estas elecciones es que ni el sistema electoral ni la ley d'Hont, que promueven el bipartidismo, pueden ya mantenerlo ni garantizar aquello para lo que se diseñaron, la gobernabilidad. Los excesos (y defectos) cometidos han vuelto inoperantes incluso mecanismos tan magistrales como esos, diseñados para una sociedad más controlada y sin Internet. Los errores que se han ido acumulando en su ADN han terminado por generar esto: un cáncer terminal. Y otra vez, en recidiva más apremiante, ha llegado el momento de "cambiar" un sistema constitucional diseñado para perpetuar privilegios en una época posfranquista o, mejor todavía, ha llegado el momento de elaborar uno nuevo para el momento en que los razonamientos maniqueos ya no sirven y en que las mentiras repetidas mil veces compiten con otras mentiras repetidas mil veces, volviendo más valiosa la verdad. 
Pero mucho me temo que no lo harán; seguirán tan cabezotas como siempre (este siempre es muy largo: dura ya siglos) y confundiendo ideas con intereses y privilegios. Hace ya tiempo que podría haberse hecho, pero han sido víctimas de su mediocridad, de su cortoplacismo y del dinero (sí, del dinero; también lo podéis llamar bancos o capitalismo, si queréis). Las momias de partidos como PP y PSOE lo impidieron: son parte del problema y no de la solución. Prueba de ello es que dicen que el problema (su problema, no el nuestro) somos nosotros, sus votantes o novotantes. Prisioneros de su narcisismo, ellos nunca tienen la culpa de nada y si meten la pata siguen allí, tan campantes; no se ha visto alergia a la dimisión como la española; en Dinamarca puede dimitir una ministra por pasar al estado la cuenta de unas chocolatinas; aquí eso parece inventado.

Era más fácil (o menos difícil) solucionar la corrupción que el paro (algo que reclama más coraje), y sanear el sistema político, averiado por la persistencia de sus intereses y privilegios, pero no lo hicieron; creo incluso que no lo harán y seguirán así todavía durante años sostenidos por las mentiras hasta que cobren su numerosa pensión y sean sustituidos por el mero cansancio; el senado, ese error, ahora en poder absoluto del PP, lo impedirá. 

La pensión es el sentido de la vida acá entre nos. Es como un cielo pagano para nuestra mediocre clase media, mientras que para los pobres es solo una forma para alimentar a sus hijos y sus nietos para que no desesperen; pero la pensión ahora ha ido a llenar el agujero de los bancos. Hemos sido víctimas de su mirada corta, de sus ganas de medrar a costa del que empobrecen y su absolutamente vacua idea de España, heredada en el fondo del militar que asoló este país hasta que los extranjeros que fueron a visitarnos y los emigrantes que se marcharon fuera lo levantaron, mientras los que habían saqueado el dinero de los demás, catalanes y vascos sobre todo, se lo llevaban fuera también impidiendo que aquí fructificara para levantar el país. Legítimos o ilegítimos hijos suyos, desde Manuel Fraga y José María Aznar y  Felipe González y Alfonso Guerra hasta los de ahora, ninguno ha creído jamás en la democracia, el pueblo o la justicia. Ninguno ha creído en España aunque se les llene la boca con su nombre; solo han creído en su negociete y en su tinglado. Su mentalidad ha sido tan predatoria y burguesil como la del viejo que murió en la cama el veinte de noviembre de 1975.

No hay comentarios:

Publicar un comentario