Qué gran poder tiene la música. Consigue cautivarme hasta el enamoramiento, que se vuelve pasíón si encima la música nace de una mujer guapa: para perder la chaveta. Esto me ha pasado con el Colegio vocal de Gante y la soprano Hana Blažíková cantando a Bach, con Lisa Kelly y las demás de Celtic Woman, con las hermanas pianistas Khatia y Gvantsa Buniatishvili (otra vez Bach), con Sabina Puértolas cantando el Stabat mater de Pergolesi, con Yyeoka. Y si ya es el ballet, es una locura: el Kirov de San Petersburgo con Tchaikovski o a Diana Vishneva interpretando a Julieta en el ballet de Prokofiev del teatro Mariinski , por ejemplo. Estas cosas me impresionan tan fuertemente que me quedo varios días con la música (y las músicas y bailarinas) resonando y revoloteando por toda mi cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario